CIUDAD DEL VATICANO, 9 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Cuarenta años después de la publicación de la Constitución del Vaticano II sobre la liturgia, Juan Pablo II ha pedido hacer un examen de conciencia sobre su aplicación para que pueda ser comprendida y aplicada en todo su alcance.

Así lo expresa el pontífice en la carta apostólica «En el cuadragésimo aniversario de la constitución conciliar "Sacrosanctum Concilium" sobre la liturgia» que la Sala de Prensa de la Santa Sede publicó este viernes.

El texto, que por el momento sólo ha sido publicado por el Vaticano en italiano, fue firmado por Juan Pablo II en el aniversario de la publicación de la Constitución, el 4 de diciembre.

El examen de conciencia pretende «verificar el camino recorrido» sobre la «recepción del Concilio Vaticano II» particularmente en lo que se refiere a la «vida litúrgico-sacramental» de la Iglesia.

«¿Se vive la liturgia como "fuente y culmen" de la vida eclesial, según la enseñanza de la "Sacrosanctum Concilium"?», es la primera pregunta que expone la carta apostólica.

El Papa sigue preguntando: «El redescubrimiento del valor de la Palabra de Dios, que ha realizado la reforma litúrgica, ¿ha encontrado una acogida positiva en nuestras celebraciones?».

«¿Hasta qué punto la Liturgia ha pasado a formar parte de la vida concreta de los fieles y salpica el ritmo de cada una de las comunidades?», es otra de las preguntas para las que pide una respuesta.

«¿Se entiende como camino de santidad, fuerza interior del dinamismo apostólico y del carácter misionero de la Iglesia?», pregunta por último.

La renovación litúrgica necesita una «formación adecuada de los ministros y de todos los fieles», reconoce el Santo Padre al ofrecer pistas de respuesta, para que se dé la «participación consciente y activa en las celebraciones litúrgicas deseada por el Concilio».

Por este motivo, considera que es necesaria una «pastoral litúrgica» en fidelidad con los nuevos documentos emanados por la Santa Sede en los que queda regulada.
<br> Considera, además, que la reforma litúrgica exige el redescubrimiento del domingo --«síntesis de la vida cristiana y condición para vivirla bien»-- y del «arte de la oración» --«no sólo a través de la Liturgia, sino también a través de las prácticas de piedad»--.

La sed de Dios que sienten el hombre y la mujer contemporáneos, a pesar de la secularización, sigue aclarando el Papa, deben ser saciadas con el contacto íntimo con Jesucristo en la Eucaristía.
Pide, por eso, «promover celebraciones dignas, prestando la debida atención a las diferentes categorías de personas: niños, jóvenes, adultos, ancianos, discapacitados».

«Todos deben sentirse acogidos en nuestras asambleas, para poder respirar la atmósfera de la primer comunidad creyente», asegura.

La misiva pontificia propone redesucubrir, por último, la «experiencia del silencio» en las comunidades cristianas.

«En una sociedad que vive de manera cada vez más frenética, con frecuencia aturdida por los ruidos y distraída por lo efímero, es vital redescubrir el valor del silencio», asegura, lamentando que otras prácticas de meditación hayan descubierto esta necesidad y que no sea así en la Iglesia.

En definitiva, el obispo de Roma considera que «la pedagogía de la Iglesia debe saber "atreverse"» para presentar altas metas, como puede ser la celebración de la Liturgia de las Horas.