ROMA, 22 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Reconociendo que «Italia se ha convertido verdaderamente en mi segunda patria», Juan Pablo II envió el viernes pasado, al acto de clausura, su agradecimiento por las iniciativas que ha organizado el Ministerio de Exteriores de Italia en 40 ciudades de todo el mundo con ocasión del XXV aniversario de su pontificado.
Italia, «con su riqueza de genio artístico y espiritual» ha sido «protagonista en la evangelización», escribió el Papa en el texto leído por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto en la Secretaría de Estado vaticano, en Villa Madama (Roma).
El Santo Padre añadió «de corazón» el deseo de que «la amada nación prosiga la misión que le ha confiado Dios en el consenso de los pueblos».
«Que puedan los italianos –pidió–, permaneciendo fieles al patrimonio de valores cristianos heredado en estos 2000 años, contribuir a realizar una nueva era de paz en el milenio recién comenzado».
En su mensaje, el Santo Padre recuerda cómo en estos 25 años ha «tenido la posibilidad de un contacto profundo con la rica tradición cultural del pueblo italiano» y agradece la «gran contribución» de Italia «a la evangelización, a través del testimonio de numerosos santos y santas, de insignes artistas, de muchos científicos y hombres de cultura».
En su intervención en el acto, el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal italiana, recordó cómo Juan Pablo II, en estos años, ha pedido a la Iglesia en la península ser fuerza social y cómo ha querido fuertemente el impulso de una nueva evangelización.
Especialmente, el regalo más grande que el Santo Padre ha hecho a Italia –reconoce el purpurado– «ha sido el de haber hecho nuestro país más misionero», no sólo hacia los pueblos aún sin evangelizar, sino también «hacia los propios italianos que han perdido la fe o se caracterizan por el contexto de secularismo presente también aquí».
El homenaje en torno al Santo Padre contó igualmente, entre otros, con la participación del cardenal Crescenzio Sepe –prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos–, el cardenal Achille Silvestrini –prefecto emérito de la Congregación de las Iglesias Orientales–, y Pier Ferdinando Casini, presidente de la Cámara de los Diputados.
