Mensaje de Navidad del Episcopado de Guatemala

CIUDAD DE GUATEMALA, 23 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el mensaje de Navidad de la Conferencia Episcopal de Guatemala difundido el pasado viernes.

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MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA
AL PUEBLO DE DIOS
en la Navidad del 2003

“Gloria a Dios en los Cielos, y Paz en la Tierra
A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR”

(LC 2, 14)

A LOS FIELES CATÓLICOS
A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD

Con motivo de la celebración anual de la Natividad del Señor, los Obispos de Guatemala queremos hacerles llegar un Mensaje que nace de nuestro corazón de Pastores. Vivimos el Adviento, tiempo de Esperanza y de preparación para la Navidad en la que proclamamos que Jesucristo, Nuestro Señor, se hizo uno de nosotros. En efecto, en Cristo que nace pobre y humilde en un portal se manifiesta la gloria de Dios, es decir, lo más íntimo del amor del Padre y su voluntad de reconciliar consigo todas las cosas (cfr Jn 11, 25).

En este espíritu de preparación y celebración, los invitamos a comprometernos decididamente a realizar la justicia, la verdad, la libertad y el amor, pilares de una verdadera paz aún cuando los signos de la cultura de la muerte parecen oponerse.

1) El compromiso con la justicia:

Nos entristece y angustia ver cada día el irrespeto total ante la vida humana existente en el País. Expresamos nuestra más enérgica condena al asesinato del Sacerdote José María Ruiz Furlán, Padre Chemita. Nos solidarizamos con la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, con el Señor Cardenal Rodolfo Quezada Toruño y Obispos Auxiliares. Respaldamos las exigencias de justicia decididas por el Arzobispado de Guatemala. A todos recordamos la gravedad de atentar contra la vida humana y el mandato del Señor que dice: “No matarás” (cfr Ex 20, 13).

2) El quehacer misionero de la Iglesia:

En la última semana de noviembre del presente año se realizó en Guatemala el Segundo Congreso Americano Misionero, fue un tiempo de gracia y de comunión entre las Iglesias del Continente Americano y de cuantos nos visitaron. Ahí nos sentimos urgidos por el “amor del Padre, que se derrama en nosotros a través del espíritu que Jesús nos da» [1]. La experiencia del Año Santo Misionero ha revitalizado las comunidades católicas de todo el País. Fueron días que nos ayudaron a tomar mayor conciencia de la responsabilidad misionera de la Iglesia en América, y del sentido que la misión tiene para todo cristiano. Queremos exhortar a que esta conciencia se profundice y se ponga en práctica, particularmente en los esfuerzos continuos de construir la paz aquí y en otras partes. No olvidemos que todo cristiano por su bautismo es misionero (cfr Mt 28, 16-20).

3) El compromiso con la búsqueda del bien común:

Ante la segunda vuelta electoral, queremos recordar nuestras orientaciones manifestadas durante todo este año como Conferencia Episcopal, y exhortamos a todos a acudir a votar como cumplimiento de un derecho y un deber ciudadano y cristiano. Pedimos a los Candidatos buscar siempre el bien de la nación más allá de los intereses del propio partido político.

4) Solidaridad con los más pobres y desfavorecidos:

Ante la finalización de la ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de los Países Centroamericanos con Estados Unidos, lamentamos que en el proceso de negociación no se propició un debate abierto y una participación pública de sectores de la sociedad guatemalteca, directamente afectados. La divulgación y la información sobre el Tratado de Libre Comercio no ha sido lo suficientemente amplia como hubiera sido deseable. Es desconcertante, asimismo, la rapidez con la que se llevó adelante el proceso de negociación. Nos preocupa que en estos acuerdos comerciales el punto central de interés se concentre en levantar las economías en su totalidad, sin respetar la dignidad humana de las personas que se verán afectadas, particularmente, los más pobres.

Si en el Tratado de Libre Comercio con Guatemala, no se toman en cuenta las necesidades particulares de la gente más empobrecida y se impide la posibilidad “de una competencia justa” que garantice la seguridad alimenticia, el cuidado del medio ambiente y la seguridad de ingresos de los pequeños y medianos agricultores, consideramos que el proceso de empobrecimiento irá en aumento, y la emigración hacia los Estados Unidos continuará.

5) Conclusión:

En la celebración del Nacimiento de Jesús, exhortamos a todos a vivir una profunda conversión. Dejémonos alumbrar por aquella luz que viene de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte (cfr Lc 1, 78; Is 9,1). Acojamos el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo con una voluntad auténtica de vivir como hijos e hijas de un mismo Padre, constructores de su Reino de paz, de amor y de verdad.

Deseamos a todas las familias cristianas que, en la noche de Navidad, orando juntos y participando en la Santa Eucaristía, sientan la presencia del Señor Jesús que las anime y las fortalezca.

Mientras deseamos a todos una santa y feliz Navidad, imploramos a la Santísima Virgen María, que interceda por nosotros, y que como Madre de los guatemaltecos, logre de su Divino Hijo el don de la paz para nuestra amada Nación.

+ Rodolfo Cardenal Quezada Toruño
Arzobispo Metropolitano de Guatemala
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala

+ Víctor Hugo Palma Paúl
Obispo Coadjutor de Escuintla
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Guatemala

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[1] Cfr JUAN PABLO II, Mensaje al Cardenal Quezada Toruño, Presidente del Segundo Congreso Americano Misionero, 3, Vaticano, 25 de Octubre del 2003.

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ZENIT Staff

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