No hay Iglesia misionera sin parroquias misioneras; afirma el Papa

Al recibir a un grupo de obispos franceses

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 9 febrero 2004 (ZENIT.org).- Para que pueda haber una Iglesia misionera se requieren parroquias misioneras, constata Juan Pablo II.

Así lo expuso este sábado al encontrarse con los obispos franceses de las provincias eclesiásticas de Lyón y Clermont, a quienes recibió en audiencia al concluir su visita «ad limina apostolorum» al Papa y a la Curia Romana.

«Toda comunidad eclesial, y en particular la parroquia, que es la célula fundamental de la vida de la Iglesia diocesana, debe anunciar el Evangelio, celebrar el culto que es debido a Dios y servir como Cristo», afirmó el pontífice.

Para ello, es necesario, que los fieles redescubran la «auténtica naturaleza» de la Iglesia –exigió el obispo de Roma–: «no es una administración ni una empresa, es ante todo una realidad espiritual, hecha de hombres y de mujeres, llamados por la gracia de Dios a convertirse en hijos e hijas de Dios, que han entrado en una nueva fraternidad por el Bautismo que les ha incorporado a Cristo».

La reforma de las parroquias, que se está realizando en muchas diócesis de Francia a causa de la disminución del número de sacerdotes, según el Papa, no debe ser una «simple reforma administrativa», sino que debe prestar particular atención a impulsar «el trabajo de formación permanente y de catequesis».

Esta reforma, añadió, debe permitirles a los fieles «ser cada vez más conscientes de la riqueza que constituye la vida de una parroquia».

Esta riqueza, se sintetiza en sus tres misiones, recordó.

Ante todo, «la misión profética, caracterizada por la tarea de anunciar a todos los hombres la Buena Nueva de la salvación».

En segundo lugar, «la misión sacerdotal, que consiste en participar en el único Sacerdocio de Cristo celebrando los misterios divinos»;

Y, en tercer lugar, «la misión regia, que se expresa en el servicio a todos, como lo hace el Señor Jesús».

El carácter misionero de las parroquias, depende, insistió, de su capacidad para vivir la comunión en su seno.

«Es necesario velar para que la comunidad parroquial exprese la diversidad de miembros que la componen y la variedad de sus carismas, y que se abra a la vida de asociaciones o de los movimientos», pidió el Papa.

«Será entonces una expresión viva de la comunión eclesial, que pone los bienes de cada uno al servicio de todos y que nunca se encierra en ella misma», aseguró.

Por último, el Papa aclaró que «comprometerse en la misión en el extranjero, lejos de empobrecer a la parroquia o a la diócesis, les dará por el contrario una nueva fuerza». «De la dimensión misionera no está exento ninguno» en la Iglesia.

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ZENIT Staff

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