WASHINGTON, lunes, 1 marzo 2004 (ZENIT.org).- Unos setecientos sacerdotes o diáconos han sido removidos de su ministerio en las diócesis católicas de Estados Unidos desde el año 2002, tras las medidas que tomaron los obispos para afrontar los casos de abusos sexuales, revela el presidente del episcopado.
Monseñor Wilton Gregory, obispo de Belleville (Illinois), dio el dato el pasado viernes en una rueda de prensa celebrada en Washington para presentar dos informes: uno recoge todas las acusaciones contra clérigos católicos en Estados Unidos entre 1950 y 2002; el otro hace recomendaciones.
«Los obispos de Estados Unidos hemos enfrentado el problema, lo hemos aclarado y hemos echado fuera de la Iglesia a los sacerdotes abusadores». Y agregó: «Les aseguro que los ofensores conocidos ya no están en el ministerio sacerdotal».
«La terrible historia grabada en los estudios presentados, es eso: historia», añadió.
Las investigaciones, que fueron encargadas por el episcopado al Colegio John Jay de Justicia Criminal, revelan que se han dado 10.667 casos de denuncias (no condenas) contra clérigos en los 52 años analizados.
Cerca del 4% de los clérigos estadounidenses --4.392 de un total de 109.694 entre sacerdotes y diáconos-- han sido acusados de abusos (lo cual no significa que se ha demostrado su culpabilidad).
Más del 80 por ciento de las presuntas víctimas del informe son de sexo masculino, y más de la mitad en el momento de los hechos tenían entre 11 y 14 años.
Los mismos expertos reconocieron que es difícil determinar cuántas acusaciones eran realmente comprobadas, pues muchos de los acusados ya han muerto. En esos años, 615 sacerdotes fueron denunciados ante la policía y 100 sentenciados a penas de prisión.
De hecho, una tercera parte las denuncias recogidas en el informe se registró en el año 2002. Muchas de estas acusaciones se refieren a sucesos que se remontan presuntamente a hechos que pudieron ocurrir hace cincuenta años. Antes de 1990, menos del 17 por ciento de los casos fueron conocidos por las autoridades eclesiales.
Dado que la gran mayoría de las denuncias tienen por víctimas a varones, durante su conferencia de prensa el obispo Gregory fue interrogado una y otra vez sobre si se va a permitir la entrada de homosexuales a los seminarios de la Unión Americana.
El presidente del episcopado respondió: «No vamos a examinar, solamente, la orientación homosexual; no queremos a nadie en el seminario que posea una conducta o una orientación psicológicamente insana sobre su sexualidad, una orientación que pueda distorsionar la visión que ellos tengan sobre sí mismos».
Otro reporte, el de las recomendaciones, que fue entregado a los obispos por el Comité Nacional de Revisión Católica, encabezado por Robert S. Bennett, ex procurador federal de Justicia y en el que participa, entre otros el ex jefe de gabinete de la administración de Bill Clinton, Leon E. Panetta, intenta clarificar las causas de la crisis.
En el estudio queda asentado que «debe haber consecuencias» para aquellos obispos, superiores de órdenes religiosas o de seminarios cuyas conductas «negligentes y criminales» impidieron la remoción de sacerdotes o seminaristas con historial «de abuso por contacto» con niños.
El reporte del Comité de Revisión dice que la cuestión central es si el candidato a sacerdote es capaz de afrontar la castidad y el celibato y no su orientación sexual.
«Sin embargo --agrega-- dada la naturaleza del problema de los abusos de clérigos a menores; la realidad de la cultura actual y la atmósfera exclusivamente masculina de los seminarios, hace necesario un mayor esfuerzo de investigación previo, para persuadir y apartar del seminario y del ministerio a hombres con tendencia homosexual».
El arzobispo de Denver, monseñor Charles Chaput, y su obispo auxiliar, constataban en una carta publicada la semana pasada que este informe pedido por la Iglesia «no tiene precedentes». «Ninguna otra comunidad, institución u organización nacional se ha comprometido a realizar una investigación así», añadían los prelados.
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Mar 01, 2004 00:00