TOLEDO, viernes, 5 marzo 2004 (ZENIT.org–Veritas).- La Iglesia celebra el próximo domingo, 7 de marzo, el Día de Hispanoamérica. Uno de los sacerdotes diocesanos de Toledo, José Manuel Alonso, pertenece a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamercana (OCSHA) y lleva 3 años en Villa El Salvador, en Lurín, una población al sur de Lima (Perú), aunque estos días se encuentra en España.
En esta entrevista narra su experiencia.
–¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta en su labor diaria en Perú?
–José Manuel Alonso: El primero es que la gente no tiene una fe realmente cristiana y hay que afrontar la tarea de la evangelización para que la gente tenga fe en el Señor. El segundo problema es que la gente no tiene familia, prácticamente no hay familias estables y eso conlleva que la gente sea muy inestable afectivamente.
Otro problema fuerte es la pobreza; no tienen casas dignas, no tienen sanidad… Y sin duda alguna un gran problema es la corrupción de las clases dirigentes en general, que hace que se genere un clima de desconfianza entre todo el mundo e impide que las cosas funcionen con normalidad.
Y desde el campo estrictamente religioso, tenemos el problema de las sectas, que dificultan la tarea de la evangelización, y por supuesto la falta de vocaciones para el sacerdocio o para la vida consagrada. El hecho de que haya familias rotas provoca que no haya casi sujetos suficientemente fuertes como para responder adecuadamente a estas vocaciones.
–Por su respuesta ¿se deduce que son la familia y las vocaciones sacerdotales los grandes retos para la Iglesia misionera en Latinoamérica?
–José Manuel Alonso: Sin duda alguna. Sino hay familia, no hay sujeto humano y no hay Iglesia bien constituida, e igualmente, sino hay sacerdotes para presidir la eucaristía y para pastorear el pueblo de Dios nos falta lo fundamental. Son dos objetivos prioritarios para la evangelización en toda Hispanoamérica.
En cuanto a las vocaciones, la mejor de las recetas es pedir y tener una Iglesia que se entusiasme por la misión.
–¿Cómo se puede conseguir ese entusiasmo de la Iglesia por la misión?
–José Manuel Alonso: Es un problema de fe. Si uno conoce quién es Jesucristo en su vida y la necesidad de que tiene de él, espontáneamente se da cuenta que los demás tienen la misma necesidad de Él y que tengo que comunicárselo como sea, porque sino se van a quedar sin la mejor noticia que les podríamos dar. Cuando uno experimenta en su vida a Jesucristo como lo mejor que te podría pasar, se dice «Esto se lo tengo que contar hasta el último individuo que haya por ahí perdido».
–En su opinión, ¿cual sería la mejor forma de celebrar el Día de Hispanoamérica en España?
–José Manuel Alonso: En primer lugar rezando por toda Latinoamérica y por los sacerdotes y vocaciones allí; y en segundo lugar, tener un gesto concreto de contacto con los muchos latinoamericanos que están en España, para saber quiénes son, porqué han venido aquí, como viven… y también, en cada parroquia, hablar de Latinoamérica, sus necesidad, la demanda de sacerdotes que tiene y en general, todas sus emergencias.
–¿En qué consiste su trabajo en Perú?
–José Manuel Alonso: Somos seis sacerdotes diocesanos de Toledo que atendemos allí a tres parroquias, y hacemos las tareas propias de un párroco, es decir, llevar el Mensaje de Jesucristo a toda la gente.
También tenemos en cuenta la promoción humana, porque allí, anunciar el Evangelio es inseparable de la promoción humana. Tenemos claro que no podemos pasar de largo frente a la persona que tiene hambre o que está enferma, pero siempre desde la óptica de la pura fe, de que la gente conozca al Señor.