BOGOTÁ, martes, 1 junio 2004 (ZENIT.org).- En el cuadragésimo aniversario de actividad insurgente de las «Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia» (FARC), la Iglesia ha exhortado al grupo a comenzar otras cuatro décadas abandonando la lucha armada.
Así lo hizo el jueves pasado el arzobispo de la ciudad de Tunja y vicepresidente de la Conferencia Episcopal colombiana, monseñor Luis Augusto Castro, según recoge la emisora del país «RCN».
«Cuarenta años de guerra son suficientes; celebrad vuestro aniversario buscando una manera definitiva de comenzar otros 40 años, pero de compromiso político, no violento», invitó a las FARC el prelado, quien forma parte de una comisión para acercar al gobierno y a los grupos rebeldes.
Por su parte, el arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado del país, el cardenal Pedro Rubiano Sáez, consideró que «la mejor celebración que podrían hacer [los guerrilleros] es dar un signo de esperanza, un signo de amor a Colombia, liberando a los secuestrados».
«Contemplad el dolor del pueblo colombiano, un pueblo que sufre por la violencia, por la guerra, por la muerte de tantos seres queridos, por el secuestro de tantas personas», manifestó.
Además, pidió seguir el ejemplo de los españoles tras los atentados perpetrados en Madrid el pasado 11 de marzo, que causaron 192 muertos: «No podemos seguir indiferentes ante lo que pasa en Colombia. Miremos hacia España, donde no quedó un solo ciudadano que no saliera a protestar y elevar su voz contra los terroristas. Allí no salieron unos cuantos, sino todos, y es lo que debemos hacer en Colombia».
Por su parte, en el marco del aniversario, el portavoz del grupo armado rebelde, Raúl Reyes, afirma que continúan su lucha porque no es posible llegar al poder por medio de elecciones.
«No existen condiciones reales para participar en elecciones limpias ni transparentes porque se impuso la politiquería y el crimen institucional contra la oposición legal al régimen gobernante», manifestó el jueves a «AP» recordando que hace 20 años, cuando en medio de negociaciones con el gobierno crearon un partido político, la «Unión Patriótica», éste fue exterminado.
Igualmente declaró que las FARC resistirán la actual ofensiva gubernamental y que «hoy hay mejores condiciones para nuestra organización por su gran desarrollo político y militar».
El 4 de mayo, Juan Pablo II pidió la liberación del sacerdote César Darío Peña García — secuestrado en marzo en el departamento de Antioquia por presuntos guerrilleros de las FARC— en una carta enviada al obispo de la diócesis a la que pertenece.
Y es que en su obra evangelizadora y de negociación, la Iglesia católica está pagando un elevado precio de sangre. En los últimos diez años, al menos 57 representantes católicos, entre obispos, sacerdotes, religiosas, y seminaristas, han sido asesinados en país.
El arzobispo de Cali, Isaías Duarte Cancino, también fue asesinado por presuntos rebeldes de las FARC en marzo de 2002, el mismo grupo que secuestró en noviembre de 2002 al obispo de Zipaquirá y entonces presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, liberado poco después por el ejército.
Las FARC, la mayor y más antigua guerrilla colombiana, considera como su origen una operación militar contra campesinos rebeldes efectuada el 27 de mayo de 1964, en Marquetalia, en el departamento del Tolima.
El grupo insurgente –que junto a la guerrilla del «Ejército de Liberación Nacional» (ELN) y a los paramilitares está en la lista de organizaciones terroristas del gobierno de los Estados Unidos– cuenta en la actualidad con unos 17.000 miembros distribuidos en 100 frentes en la mayoría del territorio colombiano.
En el conflicto en el que lleva cuatro décadas sumergido Colombia, se calcula que mueren unas 4.000 personas al año.