HONGJIANG, martes, 8 junio 2004 (ZENIT.org).- A sus 90 años, el sacerdote español Luis Ruiz Suárez abrió el pasado abril un centro para el tratamiento de enfermos terminales de sida en la provincia china de Hunan.
Conocido por su labor entre los leprosos, fue en 1986 cuando el sacerdote jesuita empezó a trabajar para estos enfermos en la provincia de Guangdong, donde no había agua ni electricidad y la miseria era enorme. Desde entonces ha abierto 145 leproserías que acogen a diez mil enfermos en todo el país.
El padre Ruiz Suárez se encontraba visitando algunas leproserías en la provincia de Hunan (China meridional) cuando las autoridades locales le pidieron que abriera un centro para enfermos de Sida, un proyecto para el que le ofrecieron ayuda.
A pesar de su edad, el misionero aceptó el desafío, comenta «Fides». Con la ayuda de algunas religiosas y de un sacerdote de Maryknoll, y salvando muchas dificultades, en abril inauguró el «Aids Caring Centre» en Hongjian, una ciudad portuaria del río Yuan, en la provincia de Hunan.
El nuevo centro es parte de un complejo que incluye una casa de desintoxicación y rehabilitación de drogadictos.
Durante la apertura del «Aids Caring Centre», el sacerdote jesuita celebró la Eucaristía y aludió en su homilía a la importancia del mandamiento de Cristo de amarnos los unos a los otros.
Muchas personas de la zona han dado testimonio de la generosidad de los sacerdotes y de las religiosas del Centro, donde en este momento se encuentran tres pacientes terminales. Otros 17 enfermos llegarán en poco tiempo.
Igual que se ha hecho en las leproserías abiertas por el padre Ruiz Suárez, el Centro acoge a todos los enfermos, sin distinción de credo o raza.
Dos médicos especialistas en sida harán visitas regulares al Centro y estarán disponibles en caso de emergencia.
Ordenado sacerdote en 1945, el padre Luis Ruiz Suárez lleva 62 años trabajando con los más pobres en la región (Cf. Zenit, 22 de septiembre de 2003).
Estuvo destinado en la misión de Anking, que fue ocupada por los comunistas en 1951. Detenido enfermó de tifus. Fue expulsado de China. En noviembre de ese año llegó a Macao para ser tratado y logró obtener de las autoridades una iglesia para los refugiados chinos. Al año siguiente, por la extrema pobreza de Macao, comenzó a organizar ayuda para los refugiados que llegaban al lugar.
Fue profesor en la Casa Ricci y dio vida a «Caritas» de Macao. Cuando en 1969 Macao fue declarado territorio chino, todos los refugiados pasaron a ser clandestinos. En 1970 el padre Ruiz Suárez organizó una casa para ancianas y dos para ancianos, además de un centro para discapacitados mentales.
Seis años después comenzaron a llegar refugiados vietnamitas a los que ofreció ayuda. En 1985 volvió a China para ayudar a las víctimas de un terremoto y comenzó su labor entre los leprosos.