Monseñor Fouad Twal constata en su misiva que «tras el atentado de las Torres Gemelas y la guerra en Irak han disminuido la confianza en la justicia internacional y la serenidad».
«Todos estamos heridos y vivimos también nosotros el terrorismo con dolor, como vosotros en occidente. También en Oriente Medio los atentados han sido centenares. La violencia está en todo país, pues está en el corazón del hombre», añade.
«La cuestión no es sólo el Irak de Sadam, hay otros intereses en juego, y sobre todo no se puede cambiar todo Oriente Medio con la fuerza. Es necesario tiempo, hacer el bien y continuar con un diálogo que por parte de la comunidad cristiana nunca se ha interrumpido».
«Hoy el Islam es un mundo en crisis, que cree a veces que encuentra fuerza y garantía en el fanatismo. No tenemos que curarlo con la guerra, sino dándole amor y esperanza, dentro de una situación mundial que no ayuda», asegura.
El prelado hace referencia a continuación a la situación que viven algunos países cristianos en los que en los últimos años ha aumentado decididamente el número de inmigrantes musulmanes.
«Ante el miedo y la violencia, tenemos que preguntarnos: ¿qué hacemos nosotros, cristianos, para remediar, para salvar, para ayudar? Ciertamente, es muy importante conocerse recíprocamente a nivel cultural», indica.
«Pero no es suficiente el aspecto intelectual, es necesario que madure el individuo, el cristiano y musulmán, en la vida cotidiana. ¡La cultura del diálogo debe comenzar en las escuelas, en las iglesias, en las mezquitas! Deben alentarse los encuentros nacionales e internacionales sobre este tema. Debe ser acogida la voz del Magisterio».
Ante la llegada de numerosos musulmanes inmigrantes a países cristianos, monseñor Twal explica que «es necesario afirmar la identidad cristiana con valentía, sin complejos, sin algún temor reverencial: el «perfil bajo» no sirve y es rechazado por los mismos musulmanes», explica.
«La inmigración puede ser una riqueza», pero para ello, aclara, hay que hacerla «menos salvaje, es necesario intensificar las ayudas a aquellos gobiernos que se comprometen en difundir la educación y aumentar las posibilidades de trabajo en su país».
Al mismo tiempo, subraya, «es necesario intensificar intercambios a nivel académico y científico para favorecer aquellos componentes del mundo musulmán que quieren una relación abierta con la modernidad».
«Es necesario tener presente que el fundamentalismo encuentra terreno fértil en la pobreza, en la ignorancia y en la injusticia», subraya.
Ahora bien, advierte, «para dialogar, hace falta ante todo un sólido conocimiento de la fe cristiana católica, una adhesión decidida al Magisterio de la Iglesia, que es la garantía del seguimiento de Cristo».
«Nuestra experiencia demuestra que el testimonio cristiano y la caridad «abren brecha» siempre, también en el mundo musulmán».
«El diálogo de la amistad, de la ayuda, del servicio, es posible, entra, penetra. La caridad sigue siendo el lenguaje más bello. Y todos pueden hacer algo, según las propias posibilidades».
La carta íntegra del obispo de Túnez ha sido publicada por el semanario italiano Tempi.