Así lo expuso el arzobispo Silvano Tomasi, C.S., al participar en la XI sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), celebrada en Sao Paulo (Brasil) del 13 al 18 de junio.
Este organismo, del que es miembro la Santa Sede desde su fundación en 1964, estudia las relaciones comerciales y financieras internacionales y orienta a los estados y organizaciones internacionales para encontrar políticas económicas justas y que respeten a la persona, según aclara el Vatican Information Service (VIS).
«La eliminación de la pobreza aumenta la cohesión social y es un medio para el crecimiento sostenible», afirmó el arzobispo.
«En este sentido, tenemos que subrayar la importancia de la erradicación de la pobreza como un objetivo común», recalcó.
«El camino para lograrlo pasa a través del fortalecimiento de los mercados nacionales, y sobre todo, de las inversiones en el desarrollo de los recursos humanos y en mejorar la participación de la población activa y de toda la comunidad en las oportunidades que ofrece la integración económica», aconsejó.
El representante papal aclaró al mismo tiempo que «el único objetivo del desarrollo no es hacer personas «más productivas» sino garantizar su dignidad y mejorar su capacidad de actuar libremente».