En esta arquidiócesis se propuso la causa de estos siervos de Dios –los otros son Miguel Gómez Loza, Luis Padilla Gómez, Jorge y Ramón Vargas González, Ezequiel y Salvador Huerta Gutiérrez y Luis Magaña Servín– el 28 de julio de 1994.
La iniciativa surgió en el Comité Diocesano de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), presidido por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez.
Anacelto González Flores, conocido popularmente como «el maestro Cleto» fue un líder laico muy reconocido entre 1915 y 1927, año de su martirio a manos del ejército federal, entonces perseguidor acérrimo de los católicos de México, al mando del presidente de la República, Plutarco Elías Calles.
Por su apuesta a favor del pacifismo y la no violencia, en tiempos en que México enfrentaba un conflicto armado –conocido como la Guerra Cristera (1926-1929)–, Anacleto González Flores era conocido como el «Gandhi mexicano».
Su ascetismo, su espiritualidad y su capacidad de movilización de masas en contra de la injusticia le hicieron parecido al líder espiritual de la India, nada más que González Flores tuvo una actividad notoria circunscrita al Occidente mexicano, concretamente los estados de Jalisco, Michoacán y Zacatecas.
Casado y padre de dos hijos, Anacleto González Flores había nacido en Tepatitlán, Jalisco, en julio de 1888. Sus orígenes son humildísimos. Hijo de un tejedor de rebozos alcohólico, desempeñó los más diversos oficios hasta titularse como abogado en 1921, a los 33 años de edad. Antes había sido seminarista y postulante en el seminario de San Juan de los Lagos y en el de Guadalajara.
Su proceso de beatificación fue abierto de manera oficial y solemne el 15 de octubre de 1994, en el Santuario de Guadalupe, de Guadalajara, en cuya esquina norponiente de la intersección de la nave central, descansan sus restos mortales.
Lugar al que acuden muchos fieles que, por tradición, han venerado la memoria de este mártir de la fe católica en México.
Además de haber fundado la ACJM de Guadalajara, su mayor obra fue la creación de la Unión Popular, mejor conocida como la «U»; un movimiento obrero, femenino, campesino y popular que dedicaba sus tareas a fomentar la catequesis y a oponerse, activamente, primero al gobierno local y, más tarde, al federal en contra de las medidas de supresión de libertades religiosas.
En el año de 1925 «el maestro Cleto» recibió del Santo Padre Pío Xl la Cruz «Ecclesia et Pontifice» por su labor de evangelización a los más necesitados y defensa de la religiosidad del pueblo fiel de México.
Anacleto González Flores se resistió hasta el último momento a vincular a la Unión Popular con la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa que había declarado la guerra al gobierno de Calles en 1926.
Sin embargo, llevado por la vorágine de los acontecimientos, tuvo que aceptar el que su organización pasara a la fase de la lucha armada, lo que le costó su arresto el jueves 31 de marzo de 1927 y su martirio y muerte al día siguiente, viernes 1 de abril. Tenía al morir 38 años.
Sus verdugos le colgaron de los dedos pulgares y después, a punta de bayoneta, le fueron haciendo heridas para que delatara dónde se encontraba escondido el arzobispo de Guadalajara, monseñor Francisco Orozco y Jiménez y otros líderes de la revolución cristera.
Finalmente, la hoja de acero penetró el corazón y cayó muerto. Al mismo tiempo, sus compañeros de lucha y de martirio eran fusilados en el patio de la misma prisión.
Aunque la fecha de beatificación de Anacleto González Flores y sus compañeros mártires todavía está en suspenso, no se descarta que el Papa Juan Pablo ll lo lleve a cabo en Guadalajara, durante las celebraciones del Congreso Eucarístico Internacional (del 10 al 17 de octubre de este año), en caso que la salud del Santo Padre lo permita.