JERUSALÉN, martes, 27 julio 2004 (ZENIT.org).- Desde hace aproximadamente un mes sacerdotes y religiosas de origen africano y asiático no consiguen el visado para visitar Tierra Santa por el temor de las autoridades israelíes a una inmigración ilegal.
La situación la han sufrido en el último mes sacerdotes y religiosas indias, sacerdotes de Burkina Faso, de Sudáfrica y de Mozambique. Algunas oficinas consulares y embajadas de Israel en el extranjero han dado como razón el temor a que estos viajeros se queden en Israel para siempre.
Aún formando parte de un grupo organizado de peregrinos, estos sacerdotes y religiosas africanos y asiáticos han sido discriminados a la hora de recibir el visado, mientras que ha sido concedido a los demás peregrinos occidentales o europeos.
El pasado 11 de junio, dos grupos de peregrinos procedentes de la India y Burkina Faso fueron retenidos en París. Se habían sumado en Francia a otros grupos de peregrinos hacia Tierra Santa; sin embargo se les denegó el visado, que sí se concedió en cambio a los peregrinos europeos.
Los peregrinos marginados se dirigieron a la Nunciatura apostólica en París, pero ésta no pudo hacer nada al respecto. Y la embajada de Israel en la capital francesa declaró que no podía emitir visados para africanos y asiáticos.
Igualmente en París, el viaje de cuatro sacerdotes sudafricanos se vio interrumpido y el visado les fue negado. Formaban parte de un grupo de peregrinos: los demás, europeos, recibieron su visado.
La agencia de viajes organizadora de la peregrinación, la «Tesco-Tierra Santa», telefoneó al Ministerio del Interior en Jerusalén pidiendo explicaciones y como respuesta se le dijo: «No concedemos visados a individuos; para tal asunto deben dirigirse a la embajada en París». En dicha sede diplomática se les dijo: «No tenemos ninguna directiva; deben reclamar al Ministerio del Interior».
La situación se ha resuelto por el momento gracias al interés de la Nunciatura de Jerusalén y a la decisiva intervención del ministro de Exteriores Gadi Golan, quien ordenó a la embajada en París conceder los visados requeridos.
Lo mismo ocurrió hace poco más de una semana a un sacerdote de Mozambique que quería viajar de Lisboa a Jerusalén. También se le negó el visado por «temores a que se quede en Israel como inmigrante ilegal».
Fuentes eclesiales en Jerusalén señalan a «AsiaNews» que «Israel hace publicidad del turismo y de las peregrinaciones para reflotar la economía de la nación y después la burocracia pone todos estos obstáculos. Si temen que los sacerdotes se queden como inmigrantes ilegales, podrían darles un visado temporal con una orden de expulsión anexa».