ROMA, jueves, 8 julio 2004 (ZENIT.org).- El embajador de Israel ante la Santa Sede, Oded Ben Hur, ha expresado su confianza en que, a pesar de las dificultades técnicas, «logremos concluir los acuerdos [Israel-Santa Sede. Ndr] para finales de 2004 o como mucho en los primeros meses de 2005».
De hecho el diplomático aseguró a «AsiaNews» --en declaraciones difundidas este jueves— que «el gobierno [de Sharon] está absolutamente decidido a concluir los acuerdos para fin de año».
«Profundamente optimista» se mostró Ben Hur ante este proceso, comentando la reanudación el pasado 5 de julio en Jerusalén de las conversaciones que deben llevar a efecto el «Acuerdo Fundamental» suscrito por el gobierno israelí y la Santa Sede hace más de diez años.
Con la firma del «Fundamental Agreement» el 30 de diciembre de 1993, la Santa Sede aceptaba la petición israelí de establecer relaciones diplomáticas.
El documento se limita a enunciar los grandes principios reguladores de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, mientras que su puesta en práctica fue pospuesta a una serie de acuerdos complementarios --a negociar sucesivamente— que asegurarían la libertad y los derechos de la Iglesia en territorio israelí.
Estas negociaciones hasta ahora han producido un único acuerdo en 1997: el reconocimiento civil de la personalidad jurídica de la Iglesia y de los entes eclesiásticos, pero ello no se ha transformado aún en ley del Estado.
El 28 de agosto de 2003 Israel retiró su delegación de las negociaciones con la Santa Sede mientras estaban en marcha los trabajos para llegar a un acuerdo sobre la tutela de las propiedades eclesiásticas y el estatuto fiscal. El Estado de Israel nunca ofreció explicaciones de ese gesto.
El pasado lunes las negociaciones se reanudaron entre una delegación vaticana --guiada por monseñor Gianfranco Gallone, secretario de la nunciatura apostólica en Israel— y la israelí –encabezada por Gadi Golan, jefe del Departamento de asuntos religiosos del Ministerio de Asuntos Exteriores--, pero la reunión duró tan sólo 3 horas y se emplazó nuevamente para septiembre.
Para el embajador Ben Hur, «no hay que valorar demasiado negativamente la reunión del 5 de julio». «Esta cita era protocolaria, para mostrar que las relaciones van adelante tras el congelamiento del año pasado», afirmó.
Sin embargo, fuentes eclesiásticas habían advertido a «AsiaNews» que el encuentro «debía ser una verdadera y auténtica negociación y no un encuentro protocolario».
Tras describir el «ambiente de gran cordialidad» del encuentro, el padre David Maria Jaeger --portavoz de la Custodia Franciscana de Tierra Santa y consultor del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos--, explicó a «Radio Vaticana» el martes pasado que el Vaticano pide que la delegación israelí «tenga los poderes necesarios para negociar, pues de lo contrario ninguna negociación podrá progresar».
«En la continuación del 5 de septiembre habrá mucha más carne en el asador –anunció el embajador israelí Oded Ben Hur--. El 5 de julio no se ha producido ningún fruto porque era demasiado pronto».
«La diferencia entre agosto pasado [fecha de la interrupción del diálogo] y ahora es la implicación del gobierno de Sharon. Y me satisface haber contribuido a poner en marcha esta implicación más directa», reconoció.
En opinión del diplomático israelí, es necesario ver el proceso con «mucha paciencia», y es que la lentitud con que se ha trabajado estos meses obedece –según afirma-- a la dificultad de encontrar los términos legales, la necesidad de revisar leyes tradicionales y modernizarlas, y hallar el modo de «valorar la relación con la comunidad católica» sin disminuir «la cautela hacia la multiplicidad de religiones que hay en Jerusalén».
En cualquier caso, Ben Hur afirma que «los representantes de los distintos Ministerios ya han llegado a un buen punto en el trabajo preparatorio para la infraestructura legal» gracias al cual «el acuerdo será no sólo ratificado, sino llevado a efecto».
Tres puntos fundamentales --que ya habían sido definidos hace diez años-- centrarán las negociaciones de septiembre, aclaró el padre Jaeger el martes pasado: «El primero es el estatuto fiscal de la Iglesia: derechos y deberes con respecto a los impuestos; en particular, la consolidación de las exenciones que la Iglesia ha tenido desde siempre bajo todos los Estados precedentes y en virtud de tratados internacionales».
En segundo lugar, se negocia la restitución «de algunas propiedades eclesiásticas expropiadas o perdidas con el transcurso de los años».
El tercer punto es «la participación del Estado en el apoyo a las obras sociales y educativas de la Iglesia, que no realiza a favor de ella misma, sino a favor de la población local», puntualizó.
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Jul 08, 2004 00:00