Representantes vaticanos piden a los gobiernos vigilar la agenda de agencias de la ONU

El UNFPA promueve el aborto en contra de los acuerdos internacionales

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ROMA, jueves, 16 septiembre 2004 (ZENIT.org).- El cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, ha hecho un llamamiento a los gobiernos para recordarles el deber de denunciar a las agencias de la ONU que, contra el los tratados internacionales, promueven el aborto.

El llamamiento, al que se ha sumado el arzobispo Silvano Tomasi, observador de la Santa Sede ante la sede de la ONU en Ginebra, tiene lugar tras la presentación este miércoles del informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Contra numerosos estudios demográficos que constatan un «invierno demográfico» preocupante, el documento sigue vaticinando una «bomba demográfica» y ve en los nacimientos el obstáculo para el desarrollo y para el medio ambiente.

Desde 1994, cuando tuvo lugar la Conferencia internacional sobre población y desarrollo en El Cairo, exponentes del UNFPA y de otras agencias de la ONU han utilizado datos demográficos para tratar de justificar la aplicación del aborto en el mundo.

«Los gobiernos tienen el deber de denunciar al UNFPA y a las otras agencias de la ONU que violan el Plan de Acción firmado en El Cairo, tratando de promover el aborto libero», ha afirmado el cardenal Renato Martino, quien durante dieciséis años fue nuncio apostólico en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

En declaraciones a la revista telemática del Centro Europeo de Estudios sobre Población, Ambiente y Desarrollo, el purpurado italiano recuerda que en El Cairo la Santa Sede formó un frente junto a otros cuarenta países «para bloquear el intento de introducir por primera vez en un documento internacional el derecho al aborto».

«Hay que recordar que la administración Clinton, que estuvo representada en El Cairo por el vicepresidente Al Gore, defendía este punto con decisión y radicalidad».

«Pero al final logramos el consenso y el artículo 8.25 del Plan de Acción aprobado afirma explícitamente que el aborto en ningún caso debe ser considerado como un medio de planificación familiar».

«Desde entonces, cada conferencia internacional, hasta la última celebrada en Johannesburgo en 2002, sobre desarrollo sostenible, ha sido testigo del intento de los grupos de presión de siempre que buscan reintroducir la cuestión del aborto de diferentes maneras», informa el cardenal Martino.

El cardenal denuncia que entre estos grupos se encuentran varias agencias de la ONU, por lo que hace un llamamiento a la responsabilidad de los gobiernos: «No se pueden destinar fondos a las agencias multilaterales y desinteresarse después por la manera en que son utilizados».

«Los gobiernos tienen que controlar el uso que se hace del dinero de sus ciudadanos y tienen el deber de denunciar toda violación del artículo 8.25 del Plan de Acción de El Cairo, según el cual, ninguna agencia de la ONU se puede permitir promover el aborto».

«Por este motivo, la Santa Sede desde hace algunos años ha retirado su propia contribución al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Hay que recordar que estos organismos sólo tienen poder ejecutivo, y no pueden permitirse ir más allá del mandato que se les han dado los documentos firmados por los gobiernos», explica.

Por su parte, monseñor Tomasi, quien antes de ser nuncio ante las Naciones Unidas en Ginebra, fue representante papal en Etiopía y Eritrea, en declaraciones también publicadas por la revista del CESPAS, constata que la Conferencia de El Cairo «puso nuevos cimientos filosóficos para fundamentar las políticas globales».

Esta visión ve en el «exceso de población la causa primaria de la pobreza». De este modo, constata, «se ha cancelado la ley natural, se ha convertido en algo secundario el valor y la dignidad de la persona».

«En el primer plano» de esta filosofía, «está el bienestar, comenzando por el económico, y el individualismo más exacerbado, es decir, una concepción de la persona cerrada en sí misma, sin otra referencia que ella misma».

«Esto ha condicionado todo tipo de programación social y política. Las mismas religiones se convierten en algo aceptable si se enmarcan en este horizonte, de lo contrario, se convierten en obstáculos que hay que eliminar», subraya el arzobispo.

Para las agencias encargadas de aplicar las conclusiones de El Cairo, «si bien en sus documentos hablan todavía de lucha a la pobreza, la auténtica preocupación no es el desarrollo, sino el control de los nacimientos, que presentan como camino para facilitar el desarrollo».

Por el contrario, constata el representante papal, «los países subdesarrollados no necesariamente están muy poblados. Es más, a algunos les falta población. Además, el recurso más importante para el desarrollo es la creatividad de las personas; por el contrario, la experiencia demuestra que una población envejecida y conservadora es incapaz de innovar, de crecer».

«Para promover el desarrollo –concluye el nuncio– hacen falta otros factores importantes: la educación de los recursos humanos, la distribución de los recursos que con frecuencia es obstaculizada por el poder político, el acceso de los productos a los mercados internacionales…».

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ZENIT Staff

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