CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 17 febrero 2005 (ZENIT.org).- El mandamiento nuevo de Jesús, el amor, debe configurar el rostro de la Iglesia y la vida personal de los cristianos, considera el predicador de los ejercicios espirituales en los que participan Juan Pablo II y sus colaboradores y que este jueves llegaron a su cuarta jornada.
Monseñor Renato Corti, obispo de Novara (norte de Italia), dedicó una de las meditaciones de este día al tema «Dar a la Iglesia un rostro fraterno», explicando que el mandamiento del amor dejado por Jesucristo debe constituir también el estilo pastoral de obispos y sacerdotes.
«El mandamiento nuevo es el de la caridad y el del amor y, por tanto, es importante volver a analizar la vida de la Iglesia a la luz de la pregunta: «¿estamos dando testimonio de todo esto? Y, «¿cómo?»», preguntó en las palabras que este jueves fueron transmitidas por las ondas de «Radio Vaticano».
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana presentó como propuesta una página de la carta apostólica «Novo millennio ineunte» en la que el Papa propone a la Iglesia una «espiritualidad de comunión» (números 43-45) y las características que debería tener.
«Una es la referencia al misterio de la Trinidad, misterio de comunión –comenzó constatando–. Otra hace referencia a Jesucristo, de quien somos sus miembros, el Cuerpo místico de Cristo».
La carta ofrece, además, indicaciones de «carácter antropológico, pedagógico», siguió diciendo. «Por ejemplo, la que afirma que si se quiere testimoniar una experiencia de comunión, hay que aprender a ver en el otro no sólo aquello en lo que se equivoca, sino también aquello que es bueno, aprender a tener estima por él», añadió.
«Si se quiere vivir una experiencia de comunión, ciertamente se nos pide una cosa: que carguemos con los fardos de los demás», añadió.
«De este modo se vive la comunión y –en cierto sentido, pues siempre somos muy limitados– se vive el mandamiento central de la Nueva Alianza, que es el mandamiento del amor», concluyó.