SALT LAKE CITY, Utah, sábado, 19 marzo 2005 (ZENIT.org).- Una nueva «generación misionera» se está formando en Estados Unidos en un creciente número de universidades de inspiración religiosa. Un reciente libro «God on the Quad» (Dios en el Patio) (St. Martin’s Press), de la periodista Naomi Schaefer Riley, analiza el fenómeno.
Comienza observando que normalmente se asocia el campus universitario con el secularismo y una decidida hostilidad contra la religión establecida. La liberación de las restricciones de la moralidad, de los dormitorios divididos, y de las prohibiciones contra cualquiera de las miríadas de formas de «discriminación» son demasiado comunes, observa Schaefer Riley.
Pero esto está lejos de ser un cuadro completo de la situación de la universidad, añade. De hecho, actualmente hay 1,3 millones de graduados de más de 700 universidades religiosas. En sus viajes, la autora ha visitado 20 de estas universidades entre el 2001 y el 2002. Encontró que los estudiantes «rechazan la educación espiritualmente vacía de los colegios laicos».
El número de estudiantes ha aumentado de forma marcada. Los más de 100 miembros del Consejo para Colegios y Universidades Cristianas – los colegios de artes liberales a quienes se confía la enseñanza de la doctrina cristiana – vieron saltar el número de ingresos en un 60% entre 1990 y 2002. Las instituciones católicas también florecen, y los colegios de judíos ortodoxos tienen más aspirantes de los que pueden aceptar.
No es de sorprender, puesto que muchos de los estudiantes vienen de colegios religiosos privados, y de familias que se toman en serio su fe. Otro factor importante que identifica la autora entre estos estudiantes es la proporción de quienes vienen de cursar sus estudios en el hogar. Cerca del 10% de los estudiantes de los colegios evangélicos cursaron sus estudios en su propio hogar. En el caso de los colegios católicos, como el Thomas Aquinas y el Christendom, la proporción sube hasta el 20% y el 30% respectivamente.
Cultura que transforma
Por su parte las facultades de los colegios religiosos esperan que sus graduados se conviertan en jóvenes profesionales imbuidos de un sólido código moral y sean capaces de transformar la cultura laica desde dentro. Esto no es ningún sueño, observa Schaefer Riley. Uno de los estados más liberales, Massachussets, tiene ahora como gobernador a Mitt Romney – un graduado de la Universidad Brigham Young.
Schaefer Riley comienza sus perfiles de universidades con la Brigham Young, situada en el estado de Utah. La universidad de los mormones selecciona cuidadosamente a sus estudiantes de entre 100.000 o más correligionarios que se gradúan en el instituto cada año. La aplastante mayoría de los miembros de las facultades son mormones con profesores y estudiantes (el 99% de los cuales son mormones) ligados por un estricto código de honor. Los estudiantes que no siguen las normas se enfrentan a la expulsión.
De Utah se pasa a Carolina del Sur y a la Universidad Bob Jones. La institución cristiana fundamentalista, observa la autora, es famosa por haber representado la imagen racista e intolerante del Sur. También ganó reputación en el pasado por su anticatolicismo.
Los estudiantes deben firmar un credo declarando que creen en la inspiración divina de la Biblia y en el papel de Cristo como Salvador, entre otras cosas. Los encuentros regulares en la capilla son parte de la vida semanal del estudiante. Como sus contrapartes mormones, la mayoría de los estudiantes de la Bob Jones ha participado en actividad misionera en el extranjero, o planean hacerlo en un futuro próximo.
Aquí las reglas son estrictas, y la acumulación de 150 puntos de deméritos significa que «se echará» a los estudiantes. Un código del vestir, un estricto toque de queda y tolerancia cero con la bebida y el sexo premarital están entre las normas que los estudiantes deben seguir.
Las normas estrictas son regla común en las universidades religiosas, observa Schaefer Riley. En muchos casos, esto implica no sólo la bebida o el sexo, sino también el tipo de música y el material de lectura que se permite en el campus. Pero no sólo tiene que ver con las normas. Los administradores de las universidades también ofrecen guía y ayuda en el área de la formación del carácter, y en intentar preparar a los estudiantes para la vida en el mundo adulto. Los estudiantes no viven en un vacío, observa.
Uno de los objetivos que tienen las universidades en esta área es enseñar a los estudiantes el discernimiento cultural, «es decir, enseñar a los estudiantes lo mejor de lo que la cultura laica puede ofrecer y proporcionarles los instrumentos para que ellos mismos lo examinen».
De California a Texas
El campus del Sur de California del Thomas Aquinas College es otra de las instituciones analizadas por Schaefer Riley. Fundado en 1971, la escuela de artes liberales tiene unos 300 estudiantes. También es conocida por proporcionar vocaciones: el 11% de sus graduados han intentado seguir la vida religiosa. Según un capellán, el padre Wilfred Borden, el catolicismo es fundamental para la identidad de la escuela. No es inusual, observa, encontrarse a 50 estudiantes en una misa de un día laborable.
El plan de estudios sigue un programa de grandes libros y el estilo de enseñanza favorece el método socrático. Se centra en el aprendizaje y el estudio, con un énfasis en las presentaciones orales y el debate.
Otra visita llevó a la autora a la Universidad Baylor de Texas, una institución baptista. Está en medio de un ambicioso programa de expansión, planeando emplear a 220 nuevos miembros a tiempo completo en la facultad para el 2012. También está dando pasos para reforzar su identidad cristiana. Los católicos son el segundo mayor grupo de estudiantes y, a diferencia de otros colegios evangélicos, tienen representantes entre el profesorado.
La mayoría de los estudiantes participan regularmente en las numerosas iglesias abiertas en el campus. Con 8.000 estudiantes, la universidad es mayor que la mayor parte de los demás colegios religiosos, y menos agresivamente evangélica. No obstante, están bien presentes la identidad cristiana y una educación que integra fe y estudios.
Fe y aprendizaje
Una de las cuestiones que considera el libro es si la fuerte integración de la fe y el aprendizaje funcionará a largo plazo. Las más de 700 instituciones de inspiración religiosa cubren una amplia gama en términos de orientación intelectual y calidad, observa el libro.
Los patronos y las universidades pueden ser escépticos ante las prácticas de los graduados de las universidades religiosas, observa Schaefer Riley. Sin embargo, éste no es siempre el caso. Por ejemplo, la autora observa que la experiencia misionera en el extranjero de los graduados mormones de la Brigham Young está a su favor, dándoles habilidades lingüísticas y madurez.
Los colegios religiosos también tienen otro factor positivo: un ambiente de más motivación. En sus visitas, la autora observa un «sentido de misión» entre los estudiantes, y muchos profesores informaban del interés de sus discípulos en venir a clase y estudiar. También comentaba que los profesores en los colegios religiosos suelen estar más cualificados que sus colegas de los colegios laicos, y tienen la ventaja de compartir con sus estudiantes una motivación común.
Los colegios y universidades religiosas, concluye Schaefer Riley, «tienen una enorme oportunidad de proporcionar a hospitales, firmas de abogados, negocios, y organizaciones políticas, la clase de profesionales con conciencia ética que están necesitando hoy desesperadamente».
Pasar el tiempo en el colegio contemplando lo que Dios les pide no significa sólo que los graduados de los colegios religiosos serán devotos en sus carreras, observa, sino también que tendrán un s
entido bien formado de cómo deberían llevar a cabo su vocación.
También espera que la evidencia proporcionada en el libro disipe la noción de que los miembros de las comunidades fuertemente religiosas son intelectualmente pobres. De hecho, las universidades examinadas «requieren de modo desproporcionado que sus estudiantes completen un riguroso plan de estudios tradicional, mientras que los planes de estudio de sus rivales laicos suelen aguarse».
El presidente del Christendom College, Timothy O’Donnell, comentaba que la misión del colegio es «restaurar todas las cosas en Cristo». El éxito de esta misión y de los más de 700 colegios religiosos parece destinado a tener un impacto significativo en los próximos años.