CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 mayo 2005 (ZENIT.org).- El próximo 14 de mayo se reanudará en la Iglesia una «práctica plurisecular» cuando un purpurado, el cardenal Jose Saraiva Martins, presida, por delegación del Papa, la beatificación de dos siervas de Dios.
Por decisión de Benedicto XVI, será ese día a las 17.00 horas, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, cuando serán proclamadas beatas las siervas de Dios Maria Anna Barbara Cope –religiosa de las Hermanas de la Tercera Orden Franciscana de Siracusa (EE. UU.), conocida como la madre Marianne de Molokai– y Ascensión del Corazón de Jesús, cofundadora de las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario, de la diócesis española de Pamplona.
Tanto Pablo VI como Juan Pablo II presidían las ceremonias de beatificación, además de las de canonización.
La próxima vez será el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Saraiva, quien presidirá las beatificaciones, pero ello no constituye «una novedad absoluta, sino la reanudación de una práctica plurisecular que permaneció en uso en la Iglesia hasta 1971», aclaró el propio purpurado este miércoles en los micrófonos de «Radio Vaticana».
«De acuerdo con esta praxis, de hecho, no era el Papa quien celebraba las beatificaciones, ni siquiera cuando tenían lugar en Roma, en la Basílica de San Pedro», sino que «el rito era celebrado por un obispo y por un cardenal, delegado por el Santo Padre», añadió.
El purpurado recordó que fue Pablo VI, precisamente, quien en 1971 procedió en persona a presidir la ceremonia de beatificación, en la Basílica vaticana, de Maximiliano María Kolbe.
«Era la primera vez que ocurría –comentó el cardenal Saraiva–. Con ocasión, además, del Año Santo 1975, que contempló un incremento de las ceremonias de beatificación, Pablo VI mantuvo estable esta decisión suya, y procedió en persona a presidir las beatificaciones durante la Santa Misa, y lo hizo hasta el final de su vida».
Entonces «la práctica introducida por Pablo VI fue constantemente seguida por Juan Pablo II. Más aún, con ocasión de los numerosos y frecuentes viajes apostólicos y pastorales en los distintos continentes y países (incluida Italia), Juan Pablo II empezó a llevar a cabo en esas Iglesias, además de las solemnes concelebraciones eucarísticas, también el rito de la beatificación», puntualizó.
Una de las futuras beatas, la Madre Marianne Cope, fue la «sucesora» del apóstol de los leprosos en Molokai, el beato Padre Damián. Nacida en Alemania (Heppenheim, 1838), su nombre de pila era Barbara. A los tres años emigró al Estado de Nueva York (Estados Unidos) y adquirió la nacionalidad estadounidense.
Perteneció a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco de Siracusa, en los Estados Unidos. Desempeñó diversos cargos de responsabilidad y durante muchos años dio testimonio de la caridad de Cristo entre los enfermos de lepra en la isla de Molokai (Hawai), donde murió santamente el 9 de agosto de 1918.
La española de origen navarro, la Madre Ascensión del Corazón de Jesús –Florentina Nicol Goñi– será también beatificada. Nació el 14 de marzo de 1868 en Tafalla. Ingresó en las religiosas dominicas de la Tercera Orden de Huesca; fue profesora y directora del colegio anexo al monasterio.
En Perú ayudó al obispo dominico monseñor Ramón Zubieta en la fundación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario –instituidas para la evangelización de las tribus amazónicas–, de las que fue la primera superiora general. El 24 de febrero de 1940 falleció en Pamplona (España).