WASHINGTON, martes 10 de mayo 2005, martes, 10 mayo 2005 (ZENIT.org–El Observador).- Tras afirmar que el sistema migratorio de los Estados Unidos necesita ser reformado, obispos y líderes de organismos católicos de todo el país anunciaron esta mañana el lanzamiento oficial de la campaña «Justicia para los Inmigrantes. Una Jornada de Esperanza».
Concebida como «La Campaña Católica por una Reforma Migratoria», se trata de una de las iniciativas más ambiciosas presentadas en los últimos tiempos por parte de la Iglesia católica para buscar que las autoridades estadounidenses reformen el sistema de inmigración y realicen un programa integral de legalización de trabajadores indocumentados.
La campaña, han dicho sus organizadores, tiene alcance nacional y busca crear una red creciente de instituciones y personas católicas que apoyen el principal objetivo que consiste en educar y capacitar a los católicos de la Unión Americana hacia las necesidades de justicia que mantiene la población inmigrante, en especial, la de origen hispano.
El cardenal y arzobispo de Washington, Theodore E. McCarrick enumeró los cuatro objetivos de esta campaña, concebida como de largo aliento:
–Educar a los católicos y a los hombres de buena voluntad acerca de los beneficios que acarrea la inmigración, así como los beneficios que ésta le ha dado ya a Estados Unidos.
–Sensibilizar a la opinión pública estadounidense sobre las contribuciones específicas de los inmigrantes.
–Invocar leyes justas que promuevan la estancia legal y servicios para los trabajadores inmigrantes y sus familias.
–Organizar redes católicas de servicios legales y de asistencia a los inmigrantes, así como permitirles aprovechar los beneficios que una reforma de esta naturaleza llevaría consigo.
Una de las metas de la campaña, dijo el cardenal McCarrick, es tratar de cambiar las leyes para que los inmigrantes puedan sostener a sus familias con dignidad y permanecer unidas, y los derechos humanos de todos sus miembros sean respetados.
Sin embargo –agregó el arzobispo de Washington– «antes de cambiar nuestras leyes debemos cambiar nuestras actitudes hacia los inmigrantes». El cardenal McCarrick, junto con otros prelados de Estados Unidos han estado tratando últimamente de convencer a la nación de los beneficios que trae consigo la llegada de personas de otras culturas ante el fervor anti-inmigrante que se ha desatado en medios de prensa del país.
La petición constante de gran cantidad de colectivos implica el endurecimiento de las normas de migración, las penas a los empleadores, el sellamiento de la frontera sur y la puesta en marcha de ejércitos civiles de «cazainmigrantes» como los que ya operan en Arizona y, muy pronto, en California, gobernada por Arnold Schwarzenegger.
Esto ha creado –dijo el cardenal McCarrick– un ambiente negativo que restringe los beneficios de la migración. «Estamos aquí el día de hoy –subrayó el purpurado– para hacer oír la voz de la Iglesia en esta discusión pública, y para recordarle a los católicos lo mismo que a todos los norteamericanos que hemos sido, y seguimos siendo, una nación de inmigrantes».
Tras reconocer que los ataques del 11 de septiembre de 2001 tuvieron un profundo impacto en Estados Unidos, el cardenal McCarrick pidió no caer en la tentación de mediar a todos los inmigrantes y extranjeros con la misma vara, muchos de ellos, dijo, «contribuyen con el talento que Dios les dio en el desarrollo de nuestra comunidades». Y finalizó diciendo que en su opinión, y en la de los obispos de Estados Unidos, «nuestra nación puede enfrentar el reto de reforzar la seguridad nacional sin cerrar las puertas a los débiles y los oprimidos».