Mensaje final de la XXX Asamblea Ordinaria del CELAM celebra en Lima

«Para que nuestros pueblos tengan vida»

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LIMA, domingo, 22 mayo 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje distribuido al concluir la XXX Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), celebrada en Lima del 17 al 20 de mayo de 2005, con la participación de cardenales, Arzobispos en representación de las 22 conferencias episcopales:

* * *

Hemos realizado nuestro encuentro unidos espiritualmente a la Iglesia «extendida por todo el Universo» y comunicamos nuestra profunda comunión con el Santo Padre Benedicto XVI, agradeciendo las deferentes palabras que nos dirigió por medio del Cardenal Giovanni Battista Re el día de la celebración del 50º aniversario del CELAM.

Hemos tenido la ocasión providencial de unirnos a la Iglesia que peregrina en Lima en el momento en que inició el Año dedicado a preparar las celebraciones con motivo del IV Centenario de la muerte de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, (26 de marzo de 1606) segundo Arzobispo de Lima, el más grande Prelado misionero de la América Hispana.

Nuestra Asamblea tenía un tercer motivo que la hizo especialmente importante: nos reunimos para celebrar los cincuenta años de vida del CELAM. Exposiciones de orden histórico y teológico nos permitieron descubrir la acción providencial de Dios para ayudar a crecer en fraternidad episcopal y a encontrar respuestas a los diversos desafíos que en estos años se han presentado a nuestras Iglesias. El testimonio de cuatro de los Ex-Presidentes del CELAM nos ayudó a valorar el servicio de este organismo de coordinación y servicio, muy especialmente en la celebración de las Conferencias Generales de Medellín, Puebla y Santo Domingo y en la preparación del Sínodo de América y en la aplicación de la Exhortación post sinodal «Ecclesia in America».

En la marcha de nuestra Asamblea escuchamos los informes de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe. Igualmente pudimos valorar todos los esfuerzos de los Directivos y colaboradores del CELAM en estos dos años de labores.

Un esfuerzo especial dedicamos a la evaluación de lo que hasta el momento se ha realizado en la preparación de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. El Santo Padre Benedicto XVI nos manifestó su apoyo, comunicándonos que está «plenamente de acuerdo» con su celebración.

Con los trabajos ya realizados, gracias a la colaboración de las Conferencias Episcopales, de los Señores Obispos de la Comisión Central y de los diversos colaboradores en la redacción de un primer documento, hemos logrado llegar a unas grandes líneas que nos han de servir para continuar nuestra labor de motivación a todas nuestras Iglesias Particulares a fin de que, desde ahora, nos pongamos “en estado de misión” para caminar en fidelidad a Jesucristo en este comienzo del nuevo milenio.

Este camino misionero puede describirse con las siguientes expresiones:
Por el encuentro con Jesucristo,
discípulos y misioneros,
en la comunión de la Iglesia Católica
al inicio del tercer milenio,
para que nuestros pueblos tengan vida.

Conclusión
Al comienzo de este milenio el Papa Juan Pablo II nos invitó a «ir mar adentro» y lanzar las redes para servir a todas las personas en las circunstancias concretas en las que se encuentran ahora.

El Papa Benedicto XVI nos repite ahora la invitación: «También hoy se dice a la Iglesia, a los sucesores de los apóstoles, que se adentren en el mar de la historia y echen las redes para conquistar a los hombres para el Evangelio, para Dios, para Cristo para la vida verdadera… Nosotros existimos para enseñar a Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida» (Homilía en el inicio de su ministerio petrino).

Con nuestras comunidades nos «colocamos en estado de misión» buscando, en este Año de la Eucaristía, que el Señor Jesucristo permanezca con nosotros para hacernos capaces de comunicarlo a nuestros hermanos.

Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe, nos acompañe en este camino misionero. Que Santo Toribio de Mogrovejo, el más grande Prelado misionero de nuestra América, interceda por nosotros.

Lima, 20 de mayo de 2005

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ZENIT Staff

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