LONDRES, martes, 24 mayo 2005 (ZENIT.org).- Entre las últimas decisiones de Juan Pablo II estuvo la concesión de la medalla «Bene Merenti» a una de las personas injustamente encarceladas en Inglaterra tras los atentados del «Ejército Republicano Irlandés» (IRA, por sus siglas en inglés) en 1974.
Annie Maguire recibió el domingo de manos del arzobispo de Westminster, el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, la condecoración papal.
Ahora bisabuela, Annie Maguire pasó nueve años en prisión después de haber sido injustamente condenada bajo la acusación de llevar la fabricación de bombas del IRA desde su casa.
De origen irlandés y tía de Gerry Conlon, uno de los «Cuatro de Guilford», ingresó en prisión en 1976 junto a otros miembros de su familia. Fueron conocidos como los «Siete Maguire». Los miembros de las familias Conlon y Maguire fueron encarcelados en relación con los atentados con bombas en Guildford y Woolwich, en Inglaterra. Uno de los atentados causó la muerte a cinco personas y heridas a otras 54.
En octubre de 1989 la Corte de Apelación anuló la sentencia de los cuatro de Guildford después de una campaña de años del entonces arzobispo de Westminster, el cardenal Hume.
El cardenal Hume fue miembro de un grupo conocido como «The Deputation», del cual formaban parte también lord Devlin y lord Scarman y dos ex ministros del Interior, Roy Jenkins y Merlyn Rees. «The Deputation» insistió en la inocencia de los cuatro Guildford y los siete Maguire a pesar de una notable oposición por parte de las autoridades políticas y legales.
El pasado 9 de febrero el primer ministro británico Tony Blair presentó públicamente sus excusas a los miembros de las dos familias por la injusta encarcelación por el atentado de 1974 del IRA, un suceso que fue llevado a la gran pantalla con el rodaje de «En el nombre del padre» («In the name of the father», 1993, dirigida por Jim Sheridan). El primer ministro afirmó que las familias merecían «ser completa y públicamente exoneradas».
El cardenal Cormac Murph-O’Connor entregó el domingo pasado a Annie Maguire la medalla «Bene Merenti» al término de la Eucaristía en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Londres, a la que ella acude durante la semana.
Tres días antes de morir Juan Pablo II otorgó al condecoración a la señora Maguire en reconocimiento a su trabajo por su parroquia, familia y comunidad, confirmó a Zenit la oficina de prensa del arzobispado de Westminster.
Aproximadamente 1.500 personas llenaron la iglesia, donde estuvieron también presentes emisoras de televisión y fotógrafos. Annie Maguire se sentó delante, rodeada de miembros de su familia.
«Estoy encantado de estar aquí en esta Eucaristía, y especialmente de entregar esta medalla a Annie Maguire. Fue uno de los últimos actos de Juan Pablo II antes de morir, y no es algo insignificante», dijo el cardenal Murphy-O’Connor al concluir la Misa, presentando la condecoración.
«Se otorgó a Annie esta medalla por su extraordinario trabajo en la parroquia, en la comunidad de Kilburn, por su fe, oración y servicio a tanta gente»; la medalla se denomina «Bene Merenti», «que significa “bien merecida”, pero yo habría dicho “muy muy bien merecida”», reconoció el purpurado.
«Sé que Annie ha sufrido mucho en el pasado, igual que muchos miembros de su familia que están aquí hoy. Deseo decir a la familia lo feliz que estamos de su presencia aquí, con Annie; cuánto hemos orado por vosotros durante años. Pero hoy deseo condecorar, en nombre del Papa Juan Pablo, y del Papa Benedicto, a Annie Maguire por su servicio, su fe, su amor y su perdón, y todas las cualidades que su fe cristiana vivida ha llevado a esta parroquia y a esta comunidad», expresó el prelado.
Después de recibir la medalla, entre lágrimas Annie Maguire elogió a sus hijos e hija y a otros miembros de su familia. «Todos me apoyaron» –afirmó–; «sin ellos para ayudarme a ser fuerte, tal vez no habría salido adelante».
Igualmente agradeció a sus padres por haberle trasmitido su fe cristiana. «Donde hay fe, hay esperanza», subrayó Annie Maguire.
El párroco de la galardonada, el padre Francis Ryan OMI, comentó previamente: «En sus días de juventud Annie estuvo muy involucrada en su parroquia en West Kilburn antes de que ella y su familia se vieran entre los titulares nacionales por los trágicos sucesos de Guildford de 1974».
«La injusticia y la discriminación a menudo llevan a la ira y a la venganza –añadió–. Los Maguire tuvieron más razón que muchos para estar enfadados. Pero Annie fue mayor que la injusticia que sufrió, y a través del tiempo y la oración lo arregló al final. A través de la terrible experiencia nunca perdió su dignidad ni se amargó, y ha seguido desde entonces inspirando a cuantos la rodean».
«Annie sigue trabajando por su familia, parroquia y comunidad. Ha llevado las cargas infligidas a su dignidad y ha trabajado por el bien de los que la rodean. Todo esto se reconoce en esta condecoración», concluyó.