NUEVA YORK, jueves, 5 mayo 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha tomado la palabra en las Naciones Unidas para pedir con energía que la comunidad internacional respete el compromiso de acabar con la proliferación de armas nucleares y de eliminar estas armas que todavía existen.

Así lo explicó el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede, al tomar la palabra ante la VII Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear este miércoles, en la sede la ONU de Nueva York.

«Ha llegado la hora de reevaluar toda la estrategia de disuasión nuclear», afirmó en referencia a la teoría, según la cual, la carrera de armamentos nucleares impediría una guerra nuclear.

La Conferencia de revisión del Tratado, en vigor desde 1970, que concluirá el 27 de mayo, reúne a delegados de 188 países.

En las sesiones de trabajo se ha constatado que los países legítimamente dotados de armas nucleares no están respetando el compromiso asumido hace cinco años de emprender negociaciones para lograr un desarme nuclear total, a causa de la proliferación nuclear clandestina, que podría caer en manos del terrorismo.

Por otra parte, algunos Estados están dotándose de estas armas acusando a las potencias nucleares de no respetar esos compromisos asumidos para lograr el desarme total.

Se llega así a una situación que el mismo monseñor Migliore a definido de «círculo vicioso».

«La Santa Sede vuelve a subrayar que la paz que buscamos en el siglo XXI no puede alcanzarse confiando en las armas nucleares», afirmó el prelado en su intervención, después de haber explicado como el escenario internacional es sumamente diferente al de la guerra fría.

«El siglo comenzó con un estallido de terrorismo global, pero no debe permitirse el que esta amenaza socave los preceptos de la ley internacional humanitaria», aclaró.

«Tenemos que recordar siempre que el uso de las armas no debe producir males y desórdenes más graves que los que quiere eliminar», afirmó.

Para lograr estos objetivos la Santa Sede pidió que en primer lugar den ejemplo de cumplimiento de los compromisos asumidos con el Tratado de No Proliferación las potencias nucleares.

De este modo, concluyó, se movilizarán también recursos a favor «del desarrollo moral, cultural y económico» y la humanidad dará la espalda a la carrera de armamentos.