PATNA, miércoles, 22 junio 2005 (ZENIT.org).- El martes, a los pocos días del llamamiento que el episcopado católico indio dirigió a las autoridades del país por la escalada de ataques a personal de la Iglesia, otra comunidad de religiosas fue atacada en el estado de Bihar.
Diez asaltantes con pistolas y otras armas atacaron el 21 de junio, muy temprano, el centro Chetanalaya («Casa de Animación») dirigido por Hermanas de la Caridad de Nazaret en Rajgir, una localidad turística en el distrito de Nalanda –Bihar central–, a un centenar de kilómetros de la capital del Estado, Patna.
De acuerdo con las religiosas, los delincuentes se llevaron algunos objetos de valor y 18.000 rupias (unos 460 euros) en efectivo, explica la Conferencia Episcopal India (CBCI) haciéndose eco de «SAR News».
«Dormía en la terraza con once niñas discapacitadas»; unos diez jóvenes armados «entraron en nuestro convento» «saltando el muro», relata la hermana Rose Plathottam, directora de Chetanalaya.
«Al no ver a nadie en el piso de abajo, saquearon el convento en un intento de hacerse con las llaves de las habitaciones. Después subieron a la terraza, me encañonaron, me arrastraron a la planta baja y me pidieron el teléfono móvil y dinero», prosigue.
La religiosa, que se encontraba sola en el momento del asalto, abrió el local y permitió a los ladrones que se llevaran el teléfono y efectivo. No satisfechos con la cantidad, la arrastraron nuevamente a otra parte del edificio y le pidieron más dinero.
Mientras tanto, otros cuantos hombres armados saquearon todo el centro, incluyendo el dispensario y una especie de escuela de primaria para 120 niños; otros aterrorizaron a las niñas –entre 5 y 14 años– para que permanecieran en silencio, cubriéndoles la cara con mantas. Las niñas, y un único chaval huérfano, no se atrevieron a gritar para no resultar heridos, explica la hermana Rose.
Los asaltantes escaparon con todos los objetos de valor, entre ellos un reproductor de CD, varios CDs, una lámpara de emergencia y dinero destinado a comprar medicinas para el dispensario.
«Parece que los intrusos conocían el lugar. De otra forma no les habría sido tan fácil moverse por el interior», apunta la hermana Teresa Kotturan, superior provincial de la congregación.
«También parece que hay un patrón en todos estos recientes ataques en conventos en Bihar. Los conventos son sitios vulnerables de donde las bandas pueden escapar con dinero», alertó la hermana Kotturan. El mismo día del ataque se dio parte a la policía local, confirma.
En efecto, en Bihar el 9 de junio fueron atacados otros dos conventos –el de las Hermanas de la Caridad de Nazareth en Sokho, diócesis de Bhagalpur, y el convento de Notre Dame, diócesis de Bettiah–, mientras que el Estado de Rajasthan fue escenario, el 12 de junio, de un asalto al convento de las Hermanas Franciscanas, «Nuestra Señora de las Gracias», en Bhiwadi. En estos actos resultaron heridas religiosas (en algún caso de gravedad) y sus pertenencias fueron saqueadas.
De estos sucesos y de otros ataques, todos este mes, se hizo eco el episcopado indio el sábado pidiendo al gobierno central y a los gobiernos de los Estados del país acciones «rápidas y eficaces respecto a los involucrados en estos sucesos» y «justicia a las personas afectadas, de forma que las minorías religiosas, especialmente las mujeres consagradas, se sientan a salvo» (Zenit, 21 junio 2005).
Estos sucesos de violencia, según denunció el episcopado católico indio, «reflejan una pauta de acción contra una comunidad, especialmente su grupo más indefenso, las religiosas».