Estados Unidos: Senador a los obispos una iniciativa para trabajadores inmigrantes huéspedes

Primer fruto de la reunión binacional fronteriza entre diócesis de México y Estados Unidos

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EL PASO, lunes, 27 junio 2005 (ZENIT.orgEl Obsevador).- El senador republicano por Texas, John Connyn, anunció este fin de semana, que en julio próximo presentará una nueva iniciativa al Congreso de los Estados Unidos para regularizar la situación de trabajadores huéspedes en ese país.

La iniciativa fue explicada en el marco de la segunda Conferencia Binacional de Obispos de México y Estados Unidos, llevada a cabo en esta ciudad fronteriza de El Paso, Texas. A ella han asistido más de 120 personas, entre obispos de ambos lados de la frontera y equipos diocesanos, así como organizaciones no gubernamentales que velan por los derechos de los inmigrantes.

La iniciativa que anunció el senador Connyn está en concordancia con el programa que lanzaron los obispos de Estados Unidos el pasado mes de mayo, con el que buscan presionar a la administración Bush hacia una reforma migratoria integral.

La propuesta pide tener en cuenta que los inmigrantes, antes que un obstáculo, son una oportunidad de desarrollo para la Unión Americana y defender sus derechos, así como su estatus laboral transitorio o permanente.

Justamente en este último punto es donde se centra la nueva propuesta del senador Connyn: la iniciativa, según expresó a los obispos de ambos países, contempla otorgar visas de trabajo temporales a campesinos, obreros o trabajadores de la industria de la construcción de la forma como Estados Unidos las otorga a profesionales altamente calificados.

Cada año cruzan la frontera cerca de medio millón de trabajadores mexicanos, en busca de mejores condiciones de vida. La totalidad de ellos van sin documentos que acrediten su estancia legal, aunque son rápidamente contratados por la agroindustria, la industria de la construcción o de servicios públicos, que necesitan mano de obra.

Sin embargo, no se hacen responsables ni de la seguridad social ni de la protección a sus operarios, lo que ha acarreado innumerables violaciones a los derechos humanos de los hispanos que van a Estados Unidos.

Al tiempo que se otorgarían estos visados temporales, la propuesta del senador Connyn precisa el aumento, en al menos diez mil efectivos más, del patrullaje fronterizo, para interponer la fuerza militar y policial a posibles infiltraciones terroristas por los aproximadamente tres mil kilómetros que comparten México y Estados Unidos de franja de frontera, al tiempo que se aumentaría en mil más el número de inspectores en garitas en cinco años, a partir de 2006.

Actualmente, la patrulla fronteriza mantiene la vigilancia del cruce entre Tijuana y San Diego, Ciudad Juárez y El Paso, así como Nuevo Laredo y Laredo, Reynosa y Mc Allen, Matamoros y Brownsville y Piedras Negras con Eagle Pass. Sin embargo, permanecen amplias franjas donde pueden actuar los traficantes de indocumentados y que podrían servir de filtro a Estados Unidos para probables células del terrorismo internacional.

En el transcurso de su participación ante los obispos, el senador Cornyn dijo que la reforma migratoria «es un asunto que no puede esperar; tenemos que encontrar una forma de garantizar la seguridad de nuestras fronteras y al mismo tiempo permitir que los inmigrantes que están aquí realmente para trabajar dejen de vivir ocultos».

El senador agregó que su propuesta descarta posibilidades de que los trabajadores huéspedes consigan residencia legal y eventualmente la ciudadanía.

Por otra parte, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Ernesto Derbez Bautista, calificó la víspera en el mismo encuentro como «inaceptable» que grupos de civiles que usurpan funciones de la Patrulla Fronteriza amplíen próximamente a otros estados de la frontera, como California, una operación que llevaron a cabo en abril en Arizona, a través de un organismo xenófobo llamado «Minute Man».

Agregó que los llamados «cazadores» de indocumentados desvirtúan la imagen de trabajadores esforzados y honestos de los inmigrantes mexicanos, basándose en opiniones «racistas y xenófobas».

Los obispos, mientras tanto, han analizado la forma en que la Iglesia católica ha de garantizar, en ambos países, la acogida de los inmigrantes, así como la extensión a todo el país del Norte de un concepto de la inmigración como una nueva forma de intercambio en un país –como dijo el cardenal y arzobispo de Washington, Theodore McCarrick– que se ha hecho en base a múltiples migraciones en los últimos dos siglos.

Parece que ésta definición empieza a cundir, pues en su mensaje radial del sábado pasado, el presidente Bush comparó la reforma migratoria con la caridad cristiana de acoger al extranjero.

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ZENIT Staff

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