Tras rezar el Ángelus, el pontífice confesó que «entre las muchas preocupaciones por la situación internacional, mi pensamiento se dirige hoy de nuevo a África y en particular a Costa de Marfil, donde persisten graves tensiones entre los diferentes componentes sociales y políticos del país».
«A todos les dirijo una invitación a continuar con el diálogo constructivo para alcanzar la reconciliación y la paz», afirmó.
«Confío estas intenciones a la intercesión de la Virgen Santa, tan querida por el pueblo marfileño», concluyó.
El llamamiento del Papa tiene lugar después de que en esta última semana tuvieran lugar cuatro días de disturbios, promovidos por los «Jóvenes patriotas», simpatizantes extremistas del presidente, Laurent Gbagbo, quienes se oponen a la reducción de su poder en aplicación del plan de paz.
En su protesta, atacaron bases, vehículos y personal de los cascos azules de la ONU y de las tropas francesas –antigua potencia colonial– con piedras y bombas incendiarias. Varias personas han muerto en los disturbios.
Casi 7.000 cascos azules y unos 4.000 soldados franceses intentan mantener una frágil paz en el mayor productor de cacao del mundo, que en 2002 se dividió por una guerra civil entre el sur gubernamental y el norte controlado por los rebeldes.
Los mediadores internacionales, que incluyen a la ONU y a la Unión Africana, animaron a los dirigentes rebeldes y del Gobierno a que apliquen el acuerdo de paz, que establece el desarme, la reunificación y unas elecciones en octubre.