JERICÓ, lunes, 9 enero 2006 (ZENIT.org).- El regreso de los peregrinos a Tierra Santa se ha convertido en la esperanza para el año nuevo para las comunidades cristianas locales.

Así lo pudo constatar un grupo de peregrinos provenientes de Lombardía, Italia, quien celebró la misa de fin de año en Jericó, en la parroquia del Buen Pastor, junto a los fieles árabes cristianos de Palestina.
La misa estuvo animada por el coro de la parroquia y el coro del grupo milanés, que han venido guiados por el biblista de la Universidad Teológica de Milán, don Matteo Crimella.

Los cantos, alternando las estrofas en árabe y en italiano, pusieron lágrimas en los ojos de muchos asistentes a una iglesia abarrotada.

El párroco, el padre Ferras, franciscano jordano, alternó la homilía en árabe e italiano, ya que todos los franciscanos de Tierra Santa conocen la lengua de san Francisco de Asís, un símbolo en esta tierra discutida. Por primera vez este año los parientes de algunos fieles pudieron venir, desde Nazaret y otras zonas de Israel, a visitar a sus familiares que viven bajo control de la Autoridad Palestina.

Jericó es un encantador enclave lleno de flores y zonas verdes en el que los chavales del lugar, de ojos demasiado tempranamente despiertos, y con una gran vivacidad, te enseñan muy orgullosos el enorme y centenario sicomoro en el que supuestamente estaba subido Zaqueo cuando fue llamado por Jesús, y te venden naranjas y todo tipo de fruslerías a cambio siempre de «uno euro».

Tras la concelebración presidida por el padre Ferras, los participantes departieron entre ellos y compartieron unos dulces.

Según datos de la Oficina Central de Estadística del gobierno israelí, en el Estado, viven 146.000 cristianos. De ellos 120.000 son árabes y el resto cristianos llegados de Rusia, Etiopía, Polonia y Rumania, acogiéndose a las leyes sobre inmigración que regían en los años noventa.

De los 146.000 cristianos, unos 55.000 son católicos de diversos ritos.

Estos datos no tienen en cuenta a los cristianos que viven en los territorios ocupados de Cisjordania y el Este de la ciudad de Jerusalén.

Unas treinta mil personas, diez mil más que el año pasado, han llegado para recordar el nacimiento de Jesús. Estos números, sin embargo, son todavía bajos, comparados a los de los años noventa, cuando se superaban los cien mil peregrinos.