ROMA, domingo 22 enero 2006 (ZENIT.org).-El diálogo interreligioso se basa en los pilares de la identidad y de la apertura para combatir el relativismo y para luchar contra el sincretismo.

Es la convicción de la teóloga Carmen Aparicio, profesora de la Universidad Pontificia Gregoriana, que acaba de escribir un libro publicado en España sobre «Diálogo entre religiones. Identidad y apertura» (PPC).

Licenciada en Ciencias matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, Aparició trabajo del 1989 a 1999 trabajó en el Consejo Pontificio para los Laicos.

Desde 1994 es profesora adjunta en la Facultad de Teología de la Gregoriana, donde la ha encontrado Zenit.

--¿El diálogo interreligioso se mueve necesariamente entre la identidad y la apertura, como sugiere el título de su libro?

--Aparicio: Identidad y apertura. Este es el subtítulo del libro porque efectivamente son dos puntos sobre los que se apoya el diálogo y que al mismo tiempo indican la superación de dos peligros: el relativismo y el sincretismo.

Con identidad quiero expresar una condición necesaria para establecer un auténtico diálogo: es necesario conocer la propia fe, conocer los fines (no olvidemos que el diálogo se puede mover a niveles distintos y por lo tanto perseguir fines distintos), saber desde donde me muevo.

Al mismo tiempo esta identidad exige una actitud de apertura hacia lo que es distinto que lleva a un conocimiento de lo nuevo, a una confrontación de los distintos elementos que entran en juego, a una profundización de lo que ya se conoce.

--La relación del cristianismo con las otras religiones no es algo nuevo, de hecho es constitutivo del mismo cristianismo. ¿Por qué se da ahora esta preeminencia del diálogo?

--Aparicio: Efectivamente la relación del cristianismo con las otras religiones es algo que siempre ha estado presente. Hay que especificar que en el libro me refiero al diálogo desde un planteamiento teológico. Tampoco esto es nuevo. Lo que es nuevo son las condiciones en las que se realiza el diálogo.

En las nuevas condiciones del mundo la relación entre personas de distintas religiones es más frecuente, empezando desde la escuela. Esto nos pide, en virtud del respeto, un conocimiento mayor. También los fenómenos de terrorismo o similares nos piden, en virtud de la verdad, un conocimiento mayor de otras religiones que nos hagan superar condenas generalizadas o identificaciones demasiado fáciles.

Junto a esto colocaría tantos estudios que desde distintas ciencias se han hecho del fenómeno religioso y sobre la persona. Creo que nos ayudan a no banalizar las religiones, al contrario, nos ayudan a entenderlas desde todo su espesor e importancia, también para conocer el ser profundo de la persona.

--Los últimos Papas están insistiendo mucho en este tema. Pero hay muchos católicos que no les siguen pues temen que la identidad católica se vea malparada. ¿Qué les puede aconsejar?

--Aparicio: No se puede generalizar pero creo que lo más importante es poner nombre a los miedos y analizar sus causas. Estas situaciones son reales y no creo que el ignorarlas o ridiculizarlas conduzca a resolver el problema. Lo primero es darnos cuenta de que esto también sucede en todas las religiones, no es algo sólo de los cristianos.

No me gusta mucho aconsejar de forma genérica, pero me parece que un camino para superar el miedo es conocer bien la propia fe. Cuando digo conocer la fe no me refiero a conocer sólo la doctrina, algo que es necesario, sino también y principalmente a saber dar razón de la propia fe.

Es lo que Pedro aconsejaba a los cristianos perseguidos. El dar razón ayuda a clarificar las cosas, a buscar el fundamento último, a reconocer esos puntos firmes que son inamovibles, lo que no quiere decir que no puedan ser profundizados.