CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 enero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió este sábado en audiencia a los gentilhombres de Su Santidad, que desempeñan el servicio de recibimiento en ocasión de las ceremonias y encuentros oficiales del Papa, acogiendo a jefes de estado, primeros ministros, embajadores y otras autoridades.

Destacando que esta vez no habían acudido acompañando a altas personalidades políticas, sino a sus esposas y familiares, el obispo de Roma les dio su cordial bienvenida, expresando profunda gratitud por el servicio que prestan.

Servicio de honor que forma parte de la secular tradición de la Casa Pontificia y que, si en la actualidad se desarrolla con mayor sencillez que en el pasado, sigue manteniendo el objetivo de servir al Sucesor del Apóstol Pedro.

«En la Iglesia todas las tareas son importantes cuando se coopera en la realización del Reino de Dios --señaló el Papa-- La barca de Pedro, para avanzar segura, tiene necesidad de tantos oficios escondidos, que junto con los más vistosos, contribuyen a regular el desarrollo de la navegación. Lo que es indispensable es no perder nunca de vista el objetivo común, es decir, la dedicación a Cristo y a su obra de salvación».

Al concluir el tiempo navideño, Benedicto XVI hizo hincapié en que en la sencillez de la Noche Santa en la que nació Jesús. «Él es la luz que nunca se apaga, el centro de nuestra existencia, y nosotros, como los pastores de Belén y los Magos, llegados de Oriente para adorarlo, después de haber permanecido en oración ante el pesebre, reanudamos nuestras actividades cotidianas, llevando en el corazón la alegría de haber experimentado su presencia. Y, envueltos en este gran Misterio, comenzamos con serenidad y confianza este nuevo año bajo el signo del amor vivificante de Dios».