La directora de cine Liliana Cavani comenta la encíclica: «No hay vida sin amor»

ROMA, miércoles, 25 enero 2006 (ZENIT.org).- La fuerza de la encíclica de Benedicto XVI «Deus est caritas» está «en haber puesto el acento en el amor humano, en haberlo exaltado», considera una directora de cine.

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Liliana Cavani comentó el documento del Santo Padre este martes a cardenales, obispos, sacerdotes y laicos de todo el mundo al participar en la conferencia internacional sobre la caridad que concluyó en ese día por iniciativa del Consejo Pontificio «Cor Unum»

La cineasta italiana se hizo famosa en todo el mundo por su película biográfica sobre san Francisco de Asís, «Francisco», producida en 1989.

Para Cavani, la genialidad de este texto está en mostrar a los hombres y mujeres de hoy que «el único punto posible de encuentro entre el hombre y Dios es el amor».
Respecto a la tesis según la cual el «eros» (amor de atracción) ha sido rechazado a través de la historia por la Iglesia, Cavani explicó que «el cristianismo no ha destruido el eros, más bien lo ha enriquecido y completado».

Si el «eros» es «amor como atracción, búsqueda de contacto y respuesta», añadió, «la religión significa contactar, tomar contacto, y el contacto se produce sólo en el amor, es un enamoramiento recíproco entre criaturas y Dios».

La directora de cine y televisión considera que la encíclica es «atrayente», «obra de un gran intelectual» y aunque, como ha revelado el Papa, la palabra amor está hoy un poco devaluada, «dar amor, recibir amor, desear amor es el motor del arte».

«He pensado que la cosa más bella y actual del Evangelio es justamente el anuncio del amor», confesó.

Según Cavani, «la fe es un elemento que produce en el creyente efectos de amor hacia quien no cree o tiene una fe débil», con resultados estupefacientes.

«Conocí a personas de gran fe, capaces de amar al prójimo con la pasión de los amantes –reveló–. Estas personas están convencidas de que Dios se hace, de verdad, persona en los demás. Su dedicación a los demás es dedicación a Dios que se hace persona».

Sin embargo, «en la cultura de hoy –lamentó–, la idea de amor es muy escasa y baja, por esto la encíclica del Papa va contracorriente, es sorprendente por su originalidad».

Hablando del materialismo que ha penetrado nuestra civilización, Cavani afirmó que «hablar de amor en este momento, podría parecer casi una extravagancia», pero «hay que recordar que el hombre no vive sólo de pan, ya sea emigrante o haya hecho fortuna, sin el amor la vida no es vida».

La directora de cine criticó las ideologías materialistas que «han empobrecido la fantasía, vetado la reflexión sobre uno mismo y sobre el saber ontológico de la existencia de cada uno como individuo», y recordó que, en la segunda mitad de los años sesenta, durante sus viajes a Bulgaria, Alemania del Este, Checoslovaquia y Rusia, experimentaba una «sensación de pena, porque había miedo, no había alegría».

«La encíclica –subrayó Cavani– lanza un mensaje fortísimo, anuncia el amor como proyecto fundamental de la vida, pone en el centro de todo, de la economía, de la técnica y de la historia el amor. Objetivo de todo es el amor, o todo es vano».

Al hablar del elemento corporal del «eros», la directora consideró que «la resurrección de los cuerpos es fundamental y está extrañamente menos difundida».

«El cuerpo es la única medida que tenemos y es el resultado del amor de Dios, que nos ha creado a su imagen y semejanza».

«La buena noticia es la Resurrección –añadió Cavani–. Jesús murió por nuestra vida, para anunciarnos la Resurrección. Si no hubiera este final, todo este asunto no significa nada. El Evangelio es como una película, si no existiera ese final no me interesa, se reduce a «querámonos». La Resurrección es el final extraordinario, que representa el verdadero amor de la Iglesia católica y de los cristianos que creen en este filme del Evangelio».

Estas palabras suscitaron muchos aplausos en los presentes. Algunos de los cardenales y obispos plantearon preguntas a Cavani.

El arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», concluyó afirmando: «Me siento sumamente contento de oír estas palabras sobre la Resurrección. Nosotros en la Iglesia a menudo hemos olvidado esta palabra y esta realidad; en cambio es muy importante salir al mundo con esta idea para intentar llevar el verdadero amor de la Iglesia».

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ZENIT Staff

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