ROMA, lunes, 30 enero 2006 (ZENIT.org).- Este año cumple sus «bodas de oro» la revista de los Focolares, cuyas páginas plasman y son vehículo del carisma de la unidad inspirador del Movimiento eclesial fundado por Chiara Lubich.
Y es que la revista «Ciudad Nueva» («Città nuova», www.cittanuova.it) quiere ser «camino para la fraternidad, instrumento de diálogo a todos los niveles, de comunión, de unidad», explica la propia Lubich en un editorial en el número de este mes.
Actualmente la revista mensual se publica en 37 ediciones, en 22 idiomas, en los cinco continentes. «También Ciudad Nueva, por lo tanto, participa en el proceso de globalización. Es más, de alguna forma lo ha anticipado», apunta.
En el tiempo actual de la globalización «los medios tienen un papel fundamental»; «es una época apasionante que recuerda a todos, sin excluir a nadie, la necesidad de un nuevo diálogo entre las personas, los Estados, las culturas y las religiones», reconoce.
«Precisamente en esta época Dios ha mandado el carisma de la unidad para contribuir a realizar la oración final de Jesús: “Que todos sean uno”. Cumple ahora 50 años “Ciudad Nueva”, órgano de enlace nacido en 1956, que se contó entre nuestras primeras iniciativas», recuerda Chiara Lubich.
«Ninguno mejor que el Espíritu Santo sabe conocer las necesidades», «los interrogantes, los problemas, los planes de Dios sobre la humanidad de este tiempo»; «el carisma del que el Movimiento de los Focolares es expresión viene del Espíritu Santo, como la Iglesia misma, por boca de los últimos cinco papas, ha reconocido repetidamente» –explica–, «por lo tanto “Ciudad Nueva”, como expresión de esta Obra, podrá hablar a muchos».
En su editorial, Chiara Lubich expresa su recuerdo hacia los «pioneros» de la publicación: el padre Pasquale Foresi, Bruna Tommasi, Vitaliano Bulletti, Gino Lubich y después Igino Giordani, Spartaco Lucarini y Guglielmo Boselli.
Con el paso de los años, «Ciudad Nueva» sigue siendo «una pequeña revista», conserva su «fisonomía, inmediatamente reconocible, y no se preocupa de conformarse con las modas que van y vienen», reconoce la fundadora de los Focolares.
Lejos de ser «una revista de evasión» –aclara–, quiere ser «un órgano de opinión ofrecido a cuantos comparten de una forma u otra los ideales de paz, de justicia, de libertad, de verdad».
Busca igualmente dar respuesta «a las exigencias de la humanidad de hoy» –prosigue Lubich–: «en el terreno religioso anuncia, ayuda, sostiene y difunde una opción actual de la Iglesia, indicada por Juan Pablo II en la «Novo millennio ineunte»: realizar la Iglesia-comunión. Y ello a través de una espiritualidad de comunión».
En el campo civil y social, la revista «intenta dar una respuesta adecuada a una novísima petición que ahora, tras el impacto de las últimas guerras y de la rebelión del terrorismo, emerge poderosamente: el mundo invoca fraternidad», constata.