ROMA, viernes, 2 junio 2006 (ZENIT.org).- El cardenal Joseph Zen Ze-kiun –obispo de Hong Kong– ha dado a conocer la intención del gobierno de Pekín de poner freno a la celebración de ordenaciones episcopales que carecen del consentimiento del Papa.
Recientemente fueron consagrados ilegítimamente dos obispos en China «de la mano» de la Asociación Patriótica (AP), hechos que motivaron la repulsa de la Santa Sede porque supusieron «una grave herida a la unidad de la Iglesia» y «una grave violación a la libertad religiosa» –dadas las presiones a la que se vieron sometidos candidatos y sacerdotes (Zenit, 11 mayo 2006).
El gobierno chino permite la práctica religiosa en el país sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP) –cuyo estatuto recoge la creación de una Iglesia nacional desgajada de la Santa Sede–.
De ahí que afirmen una diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».
Llamado en marzo a la púrpura, el cardenal Zen tomó posesión el miércoles de la iglesia de Santa María Madre del Redentor (Tor Bella Monaca, Roma), su título cardenalicio.
Tras la celebración, el purpurado hizo saber que el gobierno chino ha pedido a la AP que detenga las ordenaciones ilegítimas –según recoge la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews»–.
Añadió que la AP «fomenta la disensión entre el gobierno chino y el Vaticano», pero de esta forma «se derrota ella sola».
El cardenal Zen también apuntó que «no podía decir si el gobierno chino permitiría al Papa visitar la nación».
Pero «si insisten en mantener esta situación anormal y hacen imposible una visita de Benedicto XVI, se derrotan ellos solos, no alcanzan victoria alguna», insistió.
«El gobierno chino ha dicho claramente a Liu Bainian [vicepresidente de la AP] que detenga estas ordenaciones –expresó el purpurado–. Pero si se celebraran más ordenaciones ilegítimas, la Santa Sede tendrá que anunciar la ruptura de conversaciones con Pekín».
En una entrevista concedida al diario de Bucarest (Rumanía) «Ziua» –de la que se hizo eco el jueves la agencia del PIME–, el arzobispo Giovanni Lajolo (secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados) ha reiterado: «Igual que en los demás países del mundo, en China la Iglesia no pide privilegio alguno, sino sólo ser libre en su organización interna».
La libertad de la Iglesia en el nombramiento de obispos «está establecida por el Derecho Canónico y no comporta ninguna ingerencia en el ordenamiento del Estado chino», recordó el prelado, comúnmente conocido como «ministro» de Exteriores del Vaticano.
Por su parte «la autoridad política china no debería interferir en el ordenamiento interno de la Iglesia y particularmente en el procedimiento para el nombramiento de obispos», recalcó.
Igualmente aludió al tema de la normalización de las relaciones diplomáticas entre China y la Santa Sede: «Ello elevaría la paz social de la propia población china, que no se vería obligada a tener que elegir entre la obediencia forzada a una Iglesia llamada patriótica y la pertenencia a la única Iglesia católica, la que está en comunión con el Papa, sucesor del Apóstol Pedro y vicario de Cristo».