LIMA, jueves, 22 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el Mensaje emitido por el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana tras las elecciones presidenciales celebradas en ese país.
MENSAJE DEL CONSEJO PERMANENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA
«Dispuestos a dar respuesta a la Esperanza» (1Pedro 3,15)
1. El pueblo peruano ha elegido un nuevo Presidente, un nuevo Congreso y los miembros del recién creado Parlamento Andino. El proceso electoral ha finalizado y observamos que nuestra democracia se va fortaleciendo, por lo cual todos nos felicitarnos.
2. Al concluir una etapa electoral, ahora está frente a nosotros el compromiso y el reto de construir el futuro, buscar el bien común, atender responsablemente a nuestras mayorías marginadas, construir con generosidad, cultivar la sana tolerancia y buscar un diálogo fecundo de todas las fuerzas políticas y sociales. Deben quedar atrás las divisiones, las confrontaciones y todo aquello que perjudique la búsqueda del entendimiento común.
3. Los Obispos del Consejo Permanente hacemos una invocación fraterna para que todos los ciudadanos centremos nuestros esfuerzos en el desarrollo y promoción de la persona humana «que es y debe ser el principio, sujeto y fin de todas las Instituciones sociales» (CCIC n 441).
4. En esta hora solemne del Perú se requiere urgentemente fortalecer nuestra convivencia social en base al respeto de la justicia; al compromiso inequívoco por la paz; a la defensa por la vida; al respeto irrestricto de los derechos humanos y a la lucha frontal contra todo aquello que afecte a nuestras Instituciones democráticas, porque «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política» (B.XVI, Dios es amor n.28,a).
5. Toda Política de Estado debe respetar los principios éticos y morales vinculados con la promoción del bien común, porque el único recurso válido es el diálogo fecundo y alturado que genere espacios de concordia. El recurso a la violencia, a la fuerza y a la intolerancia serán siempre caminos destructivos de confrontación y beligerancia. Los peruanos queremos la paz, el desarrollo y el progreso de nuestra Patria, y para lograr esto se requiere el esfuerzo y la colaboración de todos los partidos políticos y de todos los grupos sociales sin exclusión.
6. Al contemplar el vasto panorama del Perú vemos los avances cualitativos logrados, sobre todo en el marco de la macro-economía; no obstante, la Iglesia Católica desea hacer un llamado al nuevo Gobierno, a todas las clases políticas representadas en el Congreso de la República y a los empresarios para abogar por los más necesitados del Perú y generar así una esperanza auténtica.
7. El denominado «Perú profundo», representado por las regiones y departamentos más alejados, reúne condiciones de vida envueltas en pobreza, marginación y olvido. Un país como el Perú, rico en recursos naturales, es trágicamente pobre en la condición en la que viven la mayoría de sus pobladores. La exclusión de los beneficios económicos de muchos hermanos nuestros exige una solución justa en la lucha contra la pobreza a fin de garantizar la justicia social, además de condiciones dignas para una calidad de vida que abarque el acceso a los servicios generales indispensables: salud, educación, vivienda, agua, electrificación y vías de comunicación.
8. Nos queda un camino arduo y difícil pero debemos mirar hacia el futuro con optimismo confiando en el compromiso y capacidad del espíritu humano para trabajar por la unidad, para ayudar y dirigir a nuestro país hacia el progreso y bienestar.
Que los santos peruanos y el Señor de los Milagros concedan las gracias para lograr un Perú más noble, más digno, más justo y más humano.
Lima, 21 de junio de 2006