BUENOS AIRES, viernes, 23 junio 2006 (ZENIT.org).- Unos 7000 católicos y evangélicos se reunieron el lunes 19 de junio en el estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires para orar por la unidad de los cristianos.
Se trató del III Encuentro Fraterno de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu (CRECES), al que sumó su apoyo el primado de la Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, quien recibió de rodillas la bendición con imposición de manos por parte de los oradores y los organizadores del encuentro, entre ellos, el padre Raniero Cantalamessa, OFM, predicador de la Casa Pontificia, el pastor Giovanni Traettino, obispo de la Iglesia Evangélica de la Reconciliación en Italia y Mateo Calisi, presidente de la Fraternidad Católica de Asociaciones y Comunidades Carismáticas de Alianza, de Derecho Pontificio.
Comenzó cerca de las 9 y toda la jornada fue un testimonio de unidad. Una veintena de pastores, laicos y sacerdotes, músicos y oradores, compartieron escenario par invitar a la gente a orar y a cantar a Jesús. En la multitud no había divisiones entre católicos y evangélicos. Todos se sentaron juntos y compartieron como hermanos las alabanzas y las predicaciones.
Un poco de historia
El pastor Norberto Saracco tuvo a su cargo la presentación de CRECES. Relató la historia de las diferencias entre los cristianos a lo largo de los siglos, hasta el siglo XX, que Dios intervino, «con un deseo de unirnos como un único pueblo del Señor».
Recordó la primera visita del laico Matteo Calisi en 2003. El primer encuentro de este tipo se realizó al año siguiente: «Lo nuevo que el Señor estaba haciendo era lo viejo que el Señor estaba haciendo», dijo en relación con el deseo de Dios de lograr la unidad de todos los hijos.
«Aunque nos cueste creerlo –señaló- Él sigue teniendo los hilos de la historia. Y aunque nos cueste aceptarlo, sigue siendo la cabeza de la Iglesia».
A continuación fue presentado el pastor Miguel Angel Petrecca, uno de los pioneros del diálogo entre católicos y evangélicos, quien dirigió una oración ante los 7000 asistentes.
Lo propio hicieron luego Matteo Calisi, Giovanni Traettino y el padre Cantalamessa.
Los primeros encuentros
Posteriormente hizo su presentación el laico italiano, Matteo Calisi. Contó cómo ingresó al Movimiento de la Renovación Carismática, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Allí se reunían los carismáticos, que ya contaban con la aprobación del papa Paulo VI. Después de un tiempo el pastor Traettino lo invitó a una reunión en su iglesia, a la que asistió como el único católico.
Allí comenzó la relación entre la Comunidad de Jesús, de Bari, y la iglesia evangélica de Giovanni Traettino, que fue creciendo y convirtió en realidad el encuentro entre ambas iglesias en todas partes del mundo.
También el pastor de la Iglesia Evangélica de la Reconciliación, Giovanni Traettino, se refirió a la unidad: «Dios sembró en mi corazón el sueño de la unidad del pueblo cristiano». Y agregó: «El Cuerpo de Cristo será uno y nosotros somos sólo una profecía de algo que va a suceder».
El amor como clave de la unidad
El encuentro continuó con más cantos y oraciones. Y, después de la colecta (cuya recaudación será entregada al hospital Garrahan), llegó el turno del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia desde 1980.
El franciscano capuchino fue aclamado por todo el auditorio, que siguió atentamente su exposición por más de 45 minutos.
Tras recordar que el estadio Luna Park fue construido para la realización de encuentros de boxeo y de lucha, destacó el clima de paz y fraternidad que convocó a este encuentro, aunque aclaró que éste puede ser un encuentro de lucha «todos juntos contra un enemigo común, el diablo».
Al referirse a la unidad, explicó que «la unidad que buscamos ya existe porque fue conquistada por Cristo y se hace operante en la iglesia por el Espíritu Santo. Pero todavía queda mucho por hacer.»
El Espíritu Santo conduce a los creyentes a la unidad y a la verdad a través de dos caminos: uno, la unidad carismática y pentecostal y la otra es la unidad jerárquica e institucional: «El Espíritu precede -aseveró-, la institución no puede más que seguirlo».
Relató cómo fueron sus comienzos en el diálogo con los pentecostales. Subrayó que aunque las diferencias doctrinales eran muy marcadas, el sentimiento que nació fue de amistad y de concordia.
El religioso señaló que por sí sola, la vía del ecumenismo oficial y teológico no alcanzaría nunca la unidad de los cristianos. Es necesario sostener el ecumenismo doctrinal con el espiritual. Y, como ambos proceden del mismo Espíritu, no puede haber conflicto.
El padre Cantalamessa se refirió al fenómeno pentecostal, evangélico y carismático como «un signo de los tiempos», porque es el único movimiento eclesial verdaderamente interconfesional. «Fue suscitado al mismo tiempo, por el mismo espíritu, en distintas iglesias».
A lo largo de la presentación, el sacerdote hizo hincapié en el amor: «Nuestra contribución a la unidad es el amor recíproco». Otros quieren construir la unidad desde las verdades de fe, apuntó, y «nosotros queremos hacerlo partiendo del corazón».
«Lo que ya nos une es infinitamente más importante que lo que ya nos divide». El amor de Dios es la raíz de la unidad entre los creyentes.
La presentación concluyó con emotiva oración, que fue guiada por el sacerdote y obtuvo una muy efusiva respuesta por parte de toda la asamblea, que lo despidió con aplausos y ovaciones.
Transmisión en vivo
El III Encuentro Fraterno puede ser escuchado en vivo a través de la frecuencia de FM Parroquial, la emisora perteneciente al arzobispado de Buenos Aires. La señal se transmitirá a todo el mundo, a través del sitio de Internet www.fmparroquial.com.ar
Por la tarde, el invitado de lujo fue el cantante mexicano Marcos Witt. Todo el Luna Park coreó al unísono sus canciones, acompañando con las palmas y movimientos corporales.
El siguiente orador fue el pastor italiano, Giovanni Traettino.
«El bautismo del Espíritu Santo -aseguró- no puede ser una experiencia individual sino comunitaria. El Pentecostés es un espíritu de frontera que acerca y une a católicos y evangélicos. La cruz es el principio de nuestra reconciliación».
El predicador propuso el ejemplo de la Trinidad, donde «vemos lo que puede llegar a ser para nosotros convertirnos en elementos de la reconciliación: un movimiento de amor que da y toma la iniciativa».
«La unidad no es una opción porque Dios es unidad», exclamó. Y advirtió que «habrá mucha resistencia, pero Dios vencerá. Esto que ocurrió hoy es una sorpresa para mí, pero no para Dios porque ya lo había planeado hace mucho tiempo».
Un cardenal entre la gente
«¡Qué lindo ver que no nos tiramos piedras, que no nos sacamos el cuero! ¡Qué lindo ver que nadie negocia en el camino de la fe!», afirmaba el cardenal Bergoglio, con verdadero fervor de padre, ante la multitud reunida en el Luna Park.
Pero su gesto de humildad fue más allá: además de haber permanecido durante la tarde compartiendo las gradas entre el público, luego de dirigirse a la asamblea, recibió, de rodillas, la imposición de manos de los pastores, sacerdotes y laicos que animaron este encuentro ecuménico.
«Abrazo, llaga y viento», fueron los conceptos centrales de su alocución.
Entre ovaciones y cariñosos aplausos, explicó: «Que el Padre nos tape la boca con el abrazo y nos una más y más». «Si soy pecador, veo la llaga» con la que Cristo nos ha salvado», y agregó «apropiémonos de la llaga de Cristo. Y con respecto al viento afirmó:
«nos amasa en la unidad, nos arremolina como iglesias reconciliadas en la diversidad».
Conferencia de prensa
De la conferencia de prensa participaron Matteo Calisi, el pastor Giovanni Traettino, el padre Raniero Cantalamessa y el pastor y músico mexicano Marcos Witt. Ambos pastores coincidieron en que este encuentro no sólo trascenderá las puertas del Luna Park, sino que también va a resonar en toda América Latina.
E padre Raniero, aclaró que vino a la Argentina para el retiro que predicará para los obispos argentinos y al encuentro con todo el presbiterio en Córdoba. «Yo pensaba que el encuentro de CRECES iba a ser un detalle secundario de mi viaje, sin embargo creo va a ser lo principal».
Marcos Witt se refirió a la historia de la relación entre las confesiones cristianas. «Conocemos perfectamente bien el resultado del distanciamiento, del aislamiento, de la polarización», porque tenemos siglos de historia. Este encuentro es un «camino nuevo, peligroso, difícil», aseguró, que nos puede llevar «a una nueva historia» y afirmó convencido: «quiero caminar por esta vereda diferente, porque conozco la otra».
El final
Luego de un momento de alabanza y adoración, regresó al escenario el músico mexicano, quien compartió más canciones con el público, que lo ovacionaba.
A continuación, el pastor Jorge Himitian dio a conocer el valor de lo recaudado en la colecta de la mañana: $29.010, que serán destinados íntegramente al hospital infantil Juan P. Garrahan.
La última participación del padre Raniero se centró en la historia de su vida espiritual.
Se autodefinió como un intelectual, que se convirtió en «verdadero hijo de San Francisco», después de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo».
El predicador de la Casa Pontificia recordó su nombramiento, en 1980, por el papa Juan Pablo II, y relató graciosas y emotivas experiencias.
Por último, el pastor Carlos Mraida leyó la declaración del Tercer Encuentro de Evangélicos y Católicos:
DECLARACION CONJUNTA
TESTIMONIO Y COMPROMISO
Miles de católicos y evangélicos nos hemos reunido en el estadio Luna Park de Buenos Aires, para celebrar la presencia viva de nuestro Dios, para declarar nuestra fe común y para renovar nuestro compromiso de acción y oración por nuestra amada Argentina.
Vinimos a celebrar el amor de Dios Padre, que nos hizo sus hijos, recreando nuestras vidas y dándoles sentido y propósito. Declaramos que nuestra patria necesita a Dios como Pater, de manera tal que su amor y la dirección de su palabra restauren los fundamentos de nuestra nación. Por eso nos comprometemos a misionar juntos para que los valores del Reino de Dios sean las bases de nuestro país.
Vinimos a celebrar la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que nos hizo nuevas criaturas. Y al pensar que el vocablo nación viene del verbo nacer, no podemos dejar de declarar que nuestra nación necesita del nuevo nacimiento que Jesús propone. Por esta razón es que nos comprometemos a continuar trabajando juntos para que las tinieblas y la muerte retrocedan en nuestra sociedad.
Vinimos a celebrar la presencia en nuestras vidas del Espíritu Santo que nos ayuda, consuela y fortalece. Después de tantas décadas de dolor, injusticia y devastación, declaramos que los argentinos necesitamos de su asistencia para construir el país que todos queremos y que precisamos de su consuelo sanador para cicatrizar las heridas que hay en nosotros. Por eso es que nos comprometemos a servir juntos para que un avivamiento del Espíritu Santo venga sobre nuestro país.
Vinimos a celebrar que hay una sola iglesia, formada por todos aquellos que confiesan que JESUS es el SEÑOR y han sido bautizados. Al hacerlo no podemos menos que declarar con dolor y arrepentimiento que nuestras divisiones han impedido mostrar adecuadamente al mundo el propósito de Dios de conformar una humanidad diversa pero unida. Y en este tiempo en que nuestra Argentina necesita una reconciliación definitiva, al tiempo que pedimos perdón, humildemente ofrecemos este encuentro de unidad como signo y semilla profética de lo que Dios quiere hacer, no sólo en su única iglesia sino en la Nación. Por eso nos comprometemos a hacer todo lo que esté de nuestra parte para que sea realidad la oración de Jesús: «Padre, que sean uno para que el mundo crea».
Vinimos a celebrar la bendición de vivir en la República Argentina. Declaramos que Dios nos proveyó generosamente de recursos naturales y humanos. Lamentablemente, nuestros pecados personales y colectivos no hay permitido que vivamos de acuerdo a estas posibilidades y al deseo divino. Nos comprometemos a orar y a trabajar juntos con todos los que se esfuerzan para que en nuestra sociedad se encarnen los valores de amor, justicia, equidad y verdad del Evangelio.
Vinimos a celebrar la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Declaramos que su gloria está presente y llenará toda la tierra. Nos comprometemos a servir para que esa gloria se manifieste más abundantemente en nuestra nación. A él sea la gloria por siempre y para siempre. Amén.
Buenos Aires, 19 de junio de 2006.