SAN SALVADOR, domingo, 7 enero 2007 (ZENIT.org).- El obispo auxiliar de San Salvador, monseñor Gregorio Rosa Chávez, dijo el 31 de diciembre que el 2006 dejó un balance negativo para los salvadoreños, sobre todo por la alarmante violencia, la desintegración familiar, la migraciones y la crítica situación económica.
«La violencia es el tema que más preocupa a la ciudadanía. Las encuestas son unánimes y los datos son que tuvimos más muertos que el año pasado», manifestó el obispo en una rueda de prensa, tras celebrar la misa dominical en la catedral de la capital.
«Sentimos que la gente está con las alas rotas, que la gente está con los ánimos debajo de la suela de los zapatos, la gente no dice que el año (2007) será mejor que el anterior y eso es muy grave», manifestó el prelado.
Monseñor Rosa Chávez dijo en su homilía dominical que «tenemos que reconocer que el resultado de 2006 ha sido mediocre y esto es un desafío que debemos de asumir con decisión y audacia el próximo año».
En la celebración del día de «La Sagrada Familia», monseñor Rosa Chávez lamentó el predominio de la desunión de las familias salvadoreñas.
El prelado agregó que en el análisis de la realidad de la familia se concluye en que «el impacto de la situación económica, el aumento de la emigración, la ausencia de los padres de familia en el hogar y el papel cada vez más activo de los abuelos en la educación de los nietos es cada vez más preocupante».
Indicó que diversos estudios revelan que más de un tercio de los hogares salvadoreños está bajo la responsabilidad de una mujer, que generalmente tiene los más bajos ingresos.
«Sin embargo –afirmó–, la crisis económica no es la causa principal de los problemas de la familia, sino una cultura contraria a la donación en el sacrificio y en el amor. Personalmente estoy convencido de que la familia es la clave para construir un país diferente».
En ese sentido, remarcó que «las políticas del Gobierno deberían darle una prioridad fundamental y desgraciadamente a lo más que hemos llegado es a que se entreguen unos cuantos dólares al mes a varios miles de familias que viven en extrema pobreza».
Añadió que «los análisis serios demuestran que este es apenas un paliativo que no cambia la realidad», mientras que la violencia lejos de disminuir ha aumentado en este año.
«Yo creo que el año que viene debemos de cambiar el país y esto supone cambiar temas tan sensibles como el modelo económico, la democracia participativa, la credibilidad de los líderes políticos y políticas sociales audaces», manifestó.
Monseñor Rosa Chávez lamentó que los homicidios se registraron a pesar de «tantos planes, de tantas promesas y de tantos refuerzos presupuestarios», en el combate a la delincuencia.
Según un balance preliminar del Ministerio de Seguridad, al cierre de 2006, la violencia provocada por la delincuencia dejaba al menos 3.729 homicidios, lo que refleja un promedio nacional de 57,3 víctimas por cada 100.000 habitantes.
El obispo dijo que es «positivo» que se haya creado una comisión pluralista para analizar el tema de la violencia en el país y formular las respectivas recomendaciones al Gobierno.
Para monseñor Rosa Chávez, si el Gobierno atendiera la recomendación de prohibir el porte de armas, el panorama en el país «cambiaría dramáticamente», pero lamentó que esa medida no se impulsa debido a que «toca intereses económicos fuertes y duele mucho que valga más el dinero que la vida humana».
El mayor porcentaje de los homicidios que se cometen en El Salvador está relacionado con las pandillas o «maras», que aglutinarían a unos 9.700 jóvenes de los cuales más de 3.500 están en prisión.
Monseñor Rosa Chávez subrayó que al no poder la cambiar el país, los jóvenes han optado por cambiar de país, y «entonces esta energía joven que nos hace falta no nos permite cambiar el país».
Según Carecen Internacional, un organismo no gubernamental que ayuda a los emigrantes, todos los días más de 700 salvadoreños dejan su país y emprenden viaje hacia Estados Unidos en busca del «sueño americano».
Se estima que unos 2,5 millones de salvadoreños viven en Estados Unidos y de estos 248.000 están amparados por el programa de protección temporal migratorio que vencía en septiembre, pero que en enero el presidente George Bush prorrogó por 18 meses. Más de 300.000 son ilegales, el resto son residentes o adquirieron la ciudadanía estadounidense.
Monseñor Gregorio Rosa Chávez, aseguró que los Acuerdos de Paz que pusieron fin a doce años de guerra civil en El Salvador, no se han cumplido por completo y lamentó que haya tanta resistencia por parte del Gobierno en cumplir esos acuerdos.
«Me cuesta aceptar que en víspera de los 15 años de los Acuerdos de Paz haya tanta resistencia a honrar esos acuerdos dando los pasos necesarios para una reconciliación de verdad, en la justicia y en el perdón», dijo el prelado en su homilía.
Señaló que en los Acuerdos de Paz suscritos por el Gobierno y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) «hay un compromiso de reconocer errores y de pedir perdón, también de dar los pasos para que se sanen esas heridas». Pero afirmó que, «no se quiere hacer nada, se teme hacer eso, se dice que ya cumplimos los Acuerdos, lo cual no es cierto».
El Salvador firmó la paz el 16 de enero de 1992, en un histórico acto realizado en el castillo de Chapultepec de la ciudad de México, poniendo así fin a doce años de guerra civil que dejaron más de 75.000 muertos y miles de desaparecidos.