ROMA, sábado, 12 mayo 2007 (ZENIT.org).- Este domingo Benedicto XVI inaugurará, en Aparecida, la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe. El profesor Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, perito nombrado por el Papa para este encuentro, ha explicado en un artículo publicado por el semanario español «Alfa y Omega» los retos que plantearán los obispos, con el propósito de relanzar la misión en un continente vital para toda la Iglesia
«En los próximos diez años el destino del catolicismo dependerá, en buena medida, de Latinoamérica. Más del 40% de los bautizados católicos son del subcontinente americano. Si el catolicismo perdiera en Latinoamérica, también perderíamos nosotros con nuestros pueblos, pero las consecuencias serían más graves para la Iglesia universal», dice el profesor Guzmán Carriquiry, en vísperas de la celebración de la V Conferencia.
Según explica el profesor Carriquiry, la Conferencia subraya la importancia de «custodiar y volver a proponer la gran tradición católica de nuestros pueblos. Esta tradición, el mayor regalo para Latinoamérica, la mayor riqueza de sus pueblos, es asediada y, a veces, erosionada por los bienes culturales dominantes, dirigidos por el poder mediático, siempre hostiles al catolicismo. También están proliferando los grupos evangélicos y pentecostales. Pero, a mi entender, estos grupos no son el reto principal. Fundamentalmente es necesario volver a las raíces de nuestra fe, obrar sobre la esencia de la que escribía el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, para no perderse en cuestiones secundarias. La pregunta crucial que no cesa de enunciar el Papa es aquella de cómo redescubrir la verdad, la belleza, la dignidad y la alegría de ser cristiano en las dificultades del día a día: esto es lo más importante».
Aunque el profesor Carriquiry sabe que el problema de los grupos pentecostales no es el único, sí que plantea un reto a la Iglesia católica: «Lo primero que hay que hacer es mirar dentro de nosotros, en nuestras casas, para ver si la presencia de Cristo es el acontecimiento sorprendente y decisivo en la vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de las naciones».
La próxima Conferencia tendrá por centro la misión, porque la evangelización sigue siendo necesaria en el continente. En opinión del profesor Carriquiry, la situación no es fácil: «Algunos de nuestros pueblos todavía luchan por la supervivencia, amenazados por el hambre, las enfermedades, las miserias. Ignorar este problema sería un cinismo. Se ha difundido la violencia en las formas terribles del narcotráfico, de la violencia política sin reglas, de las guerrillas y de los métodos terroristas. En las grandes ciudades son habituales la inseguridad y la delincuencia. También da miedo la cultura global y las presiones que intentan banalizar los crímenes abominables de la masiva práctica abortiva, hasta la propuesta de la eutanasia».
Otro problema que se le plantea, en los últimos años, a Latinoamérica es que algunos grupos indígenas tratan de potenciar, de manera ficticia, antiguos mitos precolombinos como si fueran la panacea para la unidad el continente.
Pero recuerda don Guzmán Carriquiry que «los grandes símbolos de la unidad iberoamericana no son los de los indígenas, puesto que, antes de la llegada de los españoles y portugueses, el continente estaba totalmente fragmentado, era una babel sin la mínima conciencia de sí misma. Símbolos verdaderos son Nuestra Señora de Guadalupe, el Cristo de los Andes… La Iglesia como sacramento de unidad de nuestros pueblos en el catolicismo. El Evangelio encarnado en los pueblos es el contenido más profundo de la originalidad histórico-cultural que llamamos Latinoamérica. Sin la conciencia de esta identidad y de una unidad que rija todas las diferencias, no se avanza hacia ninguna parte»