Estonia tiene mucho que ofrecer a Europa, asegura el Papa

Al recibir al nuevo embajador de ese país ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 5 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI consideró que Estonia tiene mucho que ofrecer a la nueva Europea al recibir el 1 de junio a Juri Seilenthal, nuevo embajador estonio ante la Santa Sede.

«La gran revolución que recorrió a Europa del Este en la década final del pasado siglo atestiguó, de hecho, el innato e irreprensible anhelo de libertad presente en individuos y pueblos, así como la inseparabilidad de la auténtica libertad de la persecución de la verdad, el respeto por la dignidad trascendente de cada persona humana y un compromiso de respeto mutuo y solidaridad».

«Estos valores, un precioso legado de la historia milenaria de Estonia, deben ser constantemente reapropiados y se les debe dar expresión práctica en cada esfera de la vida política y social».

El Pontífice dijo que Europa necesita el testimonio de Estonia, dado que es una sociedad que ha afrontado el «desafío de dar forma a una sociedad que es ya genuinamente libre y al mismo tiempo fiel a las tradiciones que la definen».

«Europa necesita este testimonio, que seguramente ayudará al continente en su conjunto a ‘reconocer y reclamar con fidelidad creativa’ sus valores fundamentales, valores que fueron decisivamente conformados por el mensaje cristiano y constituyen un elemento inalienable de su verdadera identidad», afirmó el Papa.

Estonia forma parte de la Unión Europea desde el 1 de mayo de 2004.

Benedicto XVI mencionó el papel de la Iglesia en Estonia, afirmando que «la verdad del Evangelio derrama luz sobre la realidad de la situación humana y proporciona la sabiduría que necesitan los individuos y las comunidades para discernir y abrazar las demandas de la ley moral que proporciona el necesario y duradero fundamento de unas relaciones justas y armoniosas en la sociedad».

«De modo especial, la Iglesia está comprometida en la promoción de la santidad del matrimonio, el papel básico y misión de la familia, la educación de los niños y el respeto del don de Dios de la vida desde la concepción a la muerte natural –dijo el Santo Padre–. Dado que la salud de cualquier sociedad depende en no pequeña medida de la salud de su familias, confío que este testimonio contribuirá a la consolidación de la vida familiar y comunitaria y, junto a políticas sabias y clarividentes, ayudará a revitalizar la larga historia de Estonia de familias fuertes y unidas».

Estonia, un país de 1,3 millones de personas, es en un 13,6% luterana y un 12,8% ortodoxa. Otros cristianos, incluyendo los católicos, constituyen el 1,4% de la población.

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ZENIT Staff

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