ASÍS, lunes, 18 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI propone a todos los hijos de san Francisco seguir las huellas del Pobrecillo de Asís haciendo del Evangelio el criterio para afrontar los desafíos de todo tiempo.

La visita pastoral que el Papa realizó domingo a la ciudad italiana de Asís le dio ocasión, en diversos momentos, para recalcar la actualidad de la experiencia del santo italiano.

Al capítulo general de la Orden franciscana de los Frailes Menores conventuales, el Santo Padre entregó un mensaje –en la Basílica de San Francisco- en el que señala «para todo hijo de San Francisco» la importancia de que «sea firme principio el que el Pobrecillo expresaba con las sencillas palabras: "La Regla y vida de los frailes menores es ésta, observar el santo Evangelio del Señor Nuestro Jesucristo"».

San Francisco «se comprendió a sí mismo enteramente a la luz del Evangelio», y «de ahí nació la perenne actualidad de su testimonio», subraya Benedicto XVI.

«Su "profecía" enseña a hacer del Evangelio el criterio para afrontar los desafíos de todo tiempo, también del nuestro -recalca-, resistiendo a la fascinación engañosa de modas pasajeras, para enraizarse en el plan de Dios y discernir así las verdaderas necesidades de los hombres».

Por eso, el Papa sintetiza un deseo: «Que los frailes sepan acoger con renovado impulso y valor este "programa", confiando en la fuerza que viene de lo Alto».

Menores conventuales: «anunciadores de Cristo»

De hecho, «abandonándose a la acción del Espíritu, Francisco se convirtió cada vez más a Cristo, transformándose en una imagen viva de Él, en los caminos de la pobreza, de la caridad, de la misión», recuerda el Papa, aludiendo al eje de su visita: el VIII centenario de la conversión del santo de Asís.

Y puesto que la formación –como camino permanente- para la misión es el tema del capítulo general de los conventuales, el Papa insiste en que este itinerario «está centrado en la capacidad de dejarse plasmar por el Espíritu para estar dispuestos a ir adonde Él llame».

«En la base no puede más que estar la escucha de la Palabra en un clima de intensa y continua oración. Sólo con esta condición -advierte- se pueden percibir las verdaderas necesidades de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, ofreciéndoles respuestas procedentes de la sabiduría de Dios y anunciando aquello que se ha experimentado profundamente en la propia vida».

En este sentido, apunta la permanente necesidad de que cada fraile, a ejemplo de Francisco, «sea un verdadero contemplativo, con los ojos fijos en Cristo»; que sea capaz «de ver el rostro de Cristo en los hermanos que sufren, llevando a todos el anuncio de la paz». Y para ello, siguiendo al Papa, cada fraile «deberá hacer suyo el camino de conformación al Señor Jesucristo que Francisco vivió».

«A los menores conventuales se les pide ser sobre todo anunciadores de Cristo: que se acerquen a todos con humildad y confianza –expresa el Santo Padre-, en actitud de diálogo, pero siempre ofreciendo el testimonio ardiente del único Salvador».

«Que sean testigos de la "belleza de Dios" que Francisco supo cantar contemplando las maravillas de la creación», añade.

El mensaje del Papa a los franciscanos conventuales, reunidos en capítulo, les invita a dar gracias a Dios por el desarrollo de la Orden sobre todo en los países de misión, y a aprovechar la asamblea «para interrogarse sobre qué les pide el Espíritu para seguir anunciando con pasión, tras las huellas del seráfico Padre, el Reino de Dios en este comienzo del tercer milenio cristiano».