ROMA, viernes, 1 junio 2007 (ZENIT.org).- Que la Iglesia, mediante su presencia y su amor, testimonie en África de1 Norte el amor de Dios hacia todas las personas y todos los pueblos: por esta necesidad pide oración Benedicto XVI.

Se contiene así en la intención general -para el mes de junio- que el Santo Padre ha confiado al «Apostolado de la oración», (AdP, http://www.adp.it/intenzioni/intenz-s.php), al que se unen 50 millones de personas de los cinco continentes.

Dar testimonio de la amorosa paternidad de Dios en la «macro región del Norte de África» «es una tarea bastante difícil en esa parte del planeta», reconoce el padre Vito del Prete, secretario general de la Pontificia Unión Misional del Clero –una de las Obras Misionales Pontificias-.

Y es que allí tantas guerras, terrorismo, hambre, emigración masiva, discriminación y enfermedades endémicas «difícilmente consiguen dar razón de un Dios que cuida de sus hijos», explica, profundizando en la intención del Papa en un comentario difundido por la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

Éste es el panorama que advierte el padre del Prete: algunos países del Norte de África -Argelia, Sudán, y en algunos casos Egipto y Marruecos- viven enfrentamientos entre diferentes partes de la población por motivos culturales y religiosos.

En Argelia la «no declarada guerra civil» sigue segando miles de vidas; en Sudán, la región de Darfur sigue humillando a la población por causas religiosas y económicas; Etiopía y Eritrea llevan años de conflictos de mano de «los señores de la guerra»; en otros países se multiplica la pobreza causada por la corrupción, y se extienden las enfermedades –sobre todo el Sida-, sigue el sacerdote.

«Se intenta buscar la solución a estos males con una vuelta a un islamismo puro, a veces con la imposición de la "sharia" a toda la población, incluso a miembros pertenecientes a las religiones tradicionales o al cristianismo –alerta-. Casi todos los países del Norte de África sufren un resurgimiento del fundamentalismo religioso, que es fuente y causa a su vez de guerras y discriminaciones».

Evangelización con la presencia amorosa y orante
En medio de todas estas circunstancias, las Iglesias del Norte África constituyen «minorías minúsculas, indefensas, no raramente discriminadas» y se les «impiden sus expresiones religiosas», describe el padre Vito del Prete.

Pero estas Iglesias «tienen la misión de anunciar a aquellos pueblos que Dios es amor -subraya- y que la comunidad humana que Dios quiere se debe basar en la ley del amor, que implica justicia y reconocimiento de la libertad de todo hombre y mujer».

Y este anuncio considera que «sólo es posible con una presencia fecunda, silenciosa, de oración, de contemplación, de sufrimiento», un modelo de evangelización que inauguró el beato Charles de Foucauld.

Se trata de un camino de evangelización fundamentado «en la espera de los tiempos que Dios ha reservado para cada pueblo, pero que se realiza por medio de una acción de amor, de respeto, de hospitalidad, de donación, de atención a los más pobres y a los que sufren», «hasta llegar a la entrega de la propia vida», concluye.