ASUNCIÓN, jueves, 21 junio 2007 (ZENIT.org).- Un proyecto de ley sobre salud sexual y reproductiva ha levantado polémica en la sociedad y entre los miembros del Congreso legislativo de Paraguay que están debatiendo la propuesta, informa la agencia IPS.

Los críticos alegan que la legislación será el primer paso para la legalización del aborto en este país, mientras que los partidarios señalan que el objetivo es prevenir los embarazos no deseados y las muertes maternas.

El proyecto de ley se presentó hace dos años en la Cámara de Senadores y, tras varios intentos fallidos, el mes pasado los legisladores acordaron una prórroga de 30 días, que termina a fines de junio, para llevarlo finalmente a votación.

La iniciativa prevé la entrega gratuita de anticonceptivos e información adecuada sobre su uso y limitaciones, tanto a mujeres como hombres, en los servicios públicos de salud.

También obliga a prestar atención a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos, un derecho consagrado por la Constitución, pero frecuentemente violado en los hospitales estatales por falta de infraestructura.

Representantes cristianos temen que enunciados como «opción sexual» y «género», junto a la garantía de acceso universal a los anticonceptivos, se conviertan en precedentes para la eventual legalización del aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo.

La Federación de Asociaciones por la Vida y la Familia, que congrega a distintas Iglesias cristianas, ha intensificado la presión sobre los legisladores para convencerlos de votar en contra y organizado cadenas de oración en parroquias y templos de esta capital.

El proyecto de ley «va contra el matrimonio, la familia y sobre todo contra la dignidad de la mujer», aseguró Néstar Stark, presidenta de la Federación de Asociaciones por la Vida y la Familia.

«Está totalmente centrado en la salud reproductiva y sabemos que según la Organización Mundial de la Salud y la Declaración de El Cairo eso implica el aborto. Uno de los artículos de esa declaración recomienda como forma de control de la natalidad la interrupción del embarazo, que es sinónimo de aborto», argumentó.

Stark cuestionó asimismo el empleo de conceptos como «opción sexual» y «género».

Para los defensores del proyecto, «el género no es como tradicionalmente nosotros lo entendemos, masculino y femenino, sino que añaden una visión más amplia y dicen que no depende de la naturaleza humana, sino de la educación y el ambiente en que vive una persona. Reducen el sexo a la parte fisiológica y el género a la parte que se va adquiriendo según las costumbres», dijo Stark.