ROMA, jueves, 14 junio 2007 (ZENIT.org).- Un mensaje de correo electrónico enviado por el sacerdote asesinado en Irak un día antes de su muerte, ha conmovido a los profesores y estudiantes de la universidad en la que había cursados sus estudios en Roma.
«El sábado 2 de junio recibí un e-mail de Mosul. Una parte decía: “La situación aquí es peor que en el infierno, y mi iglesia ha sido atacada varias veces desde la última vez que nos vimos. La semana pasada, dos guardias fueron heridos tras un ataque. Nos encontraremos pronto y hablaremos de todos estos eventos. Dios te bendiga, Ragheed”».
Con este testimonio, el padre Robert Christian, profesor de Teología en la Universidad de Santo Tomás de Aquino de Roma, conocida como «Angelicum», inició su homilía durante una misa celebrada el 12 de junio por el padre Ragheed Ganni y los tres subdiáconos asesinados el 3 de junio en Irak.
El padre Ragheed había estudiado en esta universidad de los dominicos teología y ecumenismo.
«El patriarca de los caldeos los ha llamado mártires, y los mártires, que se han conformado de cerca a la pasión y muerte de Jesucristo, han sido considerados desde los orígenes del cristianismo como santos», dijo el padre Christian.
Hablando metafóricamente del infierno, el padre Christian dijo que «es lo que están experimentando los que quedan: la familia y los amigos de Ragheed; el rebaño que él cuidaba; su Iglesia caldea, otros cristianos y también musulmanes, atrapados en el torbellino sin sentido del odio ciego y de la violencia que constituye la cotidianeidad en Irak».
«Ragheed habría podido irse de Irak –añadió el padre Christian–. Por lo que sé, vino a Italia tres veces desde cuando había vuelto a Mosul, al término de su licenciatura en Ecumenismo en el “Angelicum”. Pero Ragheed tenía un fuerte sentido de su deber sacerdotal, de ser una imagen del Buen Pastor para su pueblo».
El padre Christian leyó otro mensaje del padre Ragheed recibido en octubre pasado, en el que el sacerdote iraquí escribía: «Querido padre Christian, ¿cómo estás? Estoy de verdad feliz de haber recibido tu mensaje, y de saber que hay personas que todavía piensan y rezan por mi país».
«La situación, como puedes conocer por los telediarios, es terrible. Los cristianos sufren dos veces, primero por la situación y luego a causa de su religión».
«El discurso del Papa ha encendido la mecha en la ciudad. Un sacerdote ortodoxo sirio ha sido decapitado; mi parroquia ha sido atacada cinco veces. He recibido amenazas antes del secuestro de ese sacerdote, pero he tenido cuidado en mis desplazamientos. He aplazado mis vacaciones dos veces porque no podía dejar la ciudad en esa situación».
«Tenía que ir a Europa el 18 de septiembre, pero lo aplacé al 4 de octubre. Luego tuve que aplazarlo al 1 de noviembre. El Ramadán fue un desastre para nosotros en Mosul. Centenares de familias cristianas han dejado la ciudad, incluida mi familia y mis tíos: cerca de 30 personas han abandonado todas sus propiedades y se han ido, debido a las amenazas».
«No es fácil, pero la Gracia del Señor da sostén y fuerza. Afrontamos la muerte cada día».
Tras haber leído las palabras del padre Ragheed, el padre Christian dijo que el sacerdote iraquí sabía que era un objetivo.
«Sabía que estaba afrontando la amenaza de la muerte a causa de su fe, pero sabía también que era su deber permanecer, dando valiente testimonio de nuestra fe en el Señor resucitado».
«Estamos acostumbrados a enseñar a futuros líderes de la Iglesia –prosiguió el profesor de Teología–. Cuando sabemos que uno de nuestros antiguos estudiantes ha llegado a ser obispo nos alegramos. Pero haber enseñado a un mártir es algo totalmente diverso. Y a veces nosotros, los profesores, aprendemos de nuestros alumnos».
«Las emociones son fuertes: tristeza, dolor, rabia, sentimiento de impotencia»
«A pesar de esto, existe la conciencia de que estamos ante una persona que estaba preparada a pagar el precio supremo; una persona que quería vivir y morir heroicamente; una persona dispuesta a derramar la propia sangre por la vida de los fieles. Esta conciencia nos hace humildes», dijo.
«La fuerza del padre Ragheed era la Eucaristía, y en su homilías enseñaba a los fieles que el cuerpo y la sangre de Jesús, que se ha sacrificado y ha resucitado, refuerzan la unión entre los miembros del cuerpo místico de Cristo. Ojalá que la Eucaristía nos dé el valor de vivir y morir como el padre Ragheed», añadió.
«Ceder a la tentación de la venganza no rinde honor al padre Ragheed. Somos fieles a él, en cambio, promoviendo la paz, el diálogo y la construcción de una civilización del amor», sugirió el padre Christian.
El sacerdote concluyó su homilía dando gracias al Señor «que nos ha dado la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo».
El 10 de junio celebró otra Misa el padre Joseph Chedid por el padre Ragheed y los tres subdiáconos en la iglesia de San Roukoz de la Orden Maronita Antonina en el Líbano.
En su homilía, el padre Chedid, amigo del padre Ragheed, habló de las «almas de los mártires cuya sangre ha sido derramada para testimoniar la Palabra de Dios».
El sacerdote pidió a los fieles que recen al Sagrado Corazón de Jesús para que el pueblo iraquí, y sobre todo los cristianos, puedan alejar las «nubes oscuras que pesan sobre ellos en la terrible situación que están experimentando».