La Iglesia pide el acompañamiento y el respeto de la dignidad de los «sin techo»

Reitera el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 19 junio 2007 (ZENIT.org).- Los «sin techo» -multitud «sin nombre ni voz»-, como toda persona, merecen respeto a su dignidad, sea cual sea la situación moral o personal en que se encuentren, señala el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes.

El dicasterio presentó este martes –de la mano de su presidente, el cardenal Renato Martino, y de su secretario, el arzobispo Agostino Marchetto-, sus «Orientaciones para la Pastoral de la Carretera», documento que responde a la revitalización de tal pastoral en el contexto general de la movilidad humana, incluyendo a cuantos viven en la calle.

«Vivir en la calle –es importante saberlo- contrariamente a cuanto se cree, no es siempre una elección»; se trata de una vida «dura y peligrosa, es una lucha diaria por la supervivencia»; «quien vive sin casa lo hace en una condición de gran vulnerabilidad porque está obligado a depender de los demás, aún para las necesidades primarias, y está expuesto a las agresiones, al frío, a la humillación de ser expulsado como un indeseable», exponen las Orientaciones.

Como recordó el arzobispo Marchetto presentando el documento, los «sin techo» «representan uno de los muchos rostros de a pobreza en el mundo de hoy».

«Pueden ser personas obligadas a vivir en la calle porque no tienen un techo bajo el cual resguardarse, extranjeros inmigrantes que a veces, aún teniendo un trabajo, no tienen dónde vivir, o bien ancianos sin domicilio, o incluso personas jóvenes que han optado por vivir así», enumeró.

Pero «generalmente quien vive por la calle es contemplado con desconfianza y sospecha, y el hecho de no tener casa es el comienzo de una pérdida progresiva de derechos», alertó.

De tal forma se convierten en «multitud de personas sin nombre y sin voz, incapaces de defenderse y de encontrar los recursos para mejorar su propio futuro», pero «son en cualquier caso personas con la propia dignidad, que hay que respetar», recordó el prelado.

Las citadas Orientaciones dedican una de sus cuatro partes a la «Pastoral de los «sin techo»»; «la Iglesia -como sintetizó el arzobispo Marchetto-, con su opción preferencial, ni exclusiva ni excluyente, por los pobres y necesitados, alienta a los cristianos a acompañar y servir a estas personas, cualquiera que sea la situación moral o personal en que se encuentren».

Consciente de que hay en marcha respuestas pastorales –de parroquias, organizaciones católicas, movimientos eclesiales y nuevas comunidades- hacia estas personas, el prelado apuntó que queda mucho por hacer en este campo.

En las Orientaciones se elogia a quienes salen en busca de estos hermanos y hermanas necesitados, un encuentro que «ha creado una red de amistad y de apoyo, dando lugar a generosas iniciativas estables de solidaridad».

Asimismo «se han creado centros de acogida» que ofrecen respuestas múltiples a los «sin techo»: «información y asesoramiento, distribución de alimentos y vestuario, con posibilidad de higiene personal y de ambulatorio médico», expresa el documento.

Éste pide dirigir la atención, igualmente, a la situación de las personas «sin techo» que frecuentemente «pierden la posibilidad de disfrutar de los servicios públicos porque, a causa de su situación, ya no tienen una residencia registral ni documento de identidad».

«Esta condición de «muerte registral» hay que combatirla buscando», con las autoridades correspondientes, «establecer la residencia» de estas personas, por ejemplo, «en una comunidad de asistencia o centro de acogida», sugieren las Orientaciones.

Especificó monseñor Marchetto que «la atención a la dignidad de la persona» también «se expresa en el modo de acogerla, de servirla, en el cuidado del ambiente donde se ofrece de comer, en la actitud cortés de los voluntarios y de los agentes de pastoral».

He aquí –según el prelado- el vínculo de esta pastoral de la calle con su fuente, «Cristo el Señor, en el misterio de Su encarnación, y con la Iglesia y su opción preferencial por los pobres que hay que evangelizar, obviamente en el respeto de la libertad de conciencia de cada uno, dejándose, a su vez, evangelizar por ellos».

El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes ha programado, para el próximo noviembre, el I Encuentro Internacional de la Pastoral para los «sin techo», a fin de reflexionar sobre las condiciones de pobreza, abandono y peligro en que se encuentran las personas que viven en la calle, sobre todo en las grandes ciudades.

Asimismo, con las presentes Orientaciones, el dicasterio se esfuerza especialmente para que se emprenda, donde no exista, y se refuerce, donde ya opera, una pastoral específica de presencia, acogida y acompañamiento que dé respuesta a necesidades específicas sensibilizando a obispos y diócesis, asociaciones católicas y movimientos eclesiales y nuevas comunidades, y a cuantos quieran acoger este mensaje, concluyó el arzobispo Marchetto.

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ZENIT Staff

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