El Papa ilustra la contribución del cristianismo al «nuevo humanismo»

El amor de Dios manifestado en Cristo ofrece el sentido trascendente necesario

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 25 junio 2007 (ZENIT.org).- El nuevo humanismo que en estos momentos se está fraguando en plena «crisis de la modernidad» tiene necesidad del cristianismo para encontrar un sentido, afirma Benedicto XVI.

Pero para lograr este objetivo –aclara– hay que tener en cuenta que el cristianismo no es un «mito», sino la revelación del rostro humano de Dios en Jesucristo, que es amor.

Esta fue la propuesta que hizo el Papa este sábado al recibir a unos dos mil participantes en el encuentro de rectores y profesores de las universidades de Europa sobre el tema «Un nuevo humanismo para Europa». Entre los presentes se encontraba el cardenal Péter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa.

El pontífice alentó a sus huéspedes a preguntarse cuál es «la naturaleza de la contribución que el cristianismo puede ofrecer al humanismo del futuro».

«La cuestión del hombre, y por tanto, de la modernidad desafía a la Iglesia a buscar las maneras eficaces de anuncio a la cultura contemporánea del “realismo” de la propia fe en la obra salvífica de Cristo», afirmó.

«El cristianismo no puede ser relegado al mundo del mito o de la emoción, sino que debe ser respetado por su anhelo de ofrecer luz sobre la verdad del hombre, de ser capaz de transformar espiritualmente a los hombres y a las mujeres y, por tanto, de permitirles realizar su propia vocación en transcurso de la historia», indicó.

El obispo de Roma está convencido de que «si no conocemos a Dios, en Cristo y con Cristo, toda la realidad se transforma en un enigma indescifrable».

Ahora bien, «el conocimiento no puede limitarse nunca a la esfera intelectual», aclaró. «Ésta implica también una renovada capacidad para ver la realidad sin prejuicios ni conceptos y dejarse “entusiasmar” por la realidad, cuya verdad puede descubrirse uniendo al amor a la comprensión».

«Sólo el Dios que tiene un rostro humano, revelado en Jesucristo, puede impedir que limitemos la realidad precisamente cuando ésta exige niveles siempre nuevos y complejos de comprensión», subrayó.

En este contexto, el Benedicto XVI reconoció que «la sociedad tiene necesidad urgente del servicio a la sabiduría que ofrece la comunidad universitaria».

«Este servicio se extiende también a los aspectos prácticos de la orientación de la investigación y de la actividad a la promoción de la dignidad humana y de la ardua tarea de edificar la civilización del amor», concluyó.

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ZENIT Staff

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