GINEBRA, martes, 25 junio 2007 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha urgido a la comunidad internacional a adoptar medidas que sirvan para acabar de una vez por todas con los estragos humanitarios que producen las bombas de racimo.
Portavoz de la posición de la Iglesia fue el arzobispo Silvano M. Tomasi, CS, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas, al intervenir el 19 de junio.
Presentó la propuesta ante el Grupo de expertos gubernamentales de los Estados que forman parte de la Convención sobre la prohibición o limitación del uso de ciertas armas clásicas que pueden producir efectos traumáticos excesivos o que golpean sin discriminación.
La Santa Sede lanzó un llamamiento a los Estados, a las organizaciones internacionales y a la sociedad civil para «unir los esfuerzos y adoptar una actitud exigente y ambiciosa que permita resolver los problemas de las armas de racimo de una vez por todas».
«Es comprensible que, si no se puede encontrar una solución inmediata, se piense en un período de transición para alcanzar el objetivo de una prohibición total», reconoció.
De todos modos, añadió, en este período de transición, deberían aplicarse reglas sobre la prohibición total de algunas armas que tienen particulares efectos indiscriminados y sólo en caso de defensa para «la protección exclusiva del territorio nacional»
El prelado explicó que esta propuesta no se basa en aspectos económicos o militares, sino únicamente en virtud del «reconocimiento del valor fundamental de la dignidad humana, que debe constituir el aspecto fundamental de todos los esfuerzos y de todo el proceso que busca reforzar el derecho humanitario internacional».
Las bombas de racimo («cluster munitions», en inglés) son un tipo de arma que ha matado a gran cantidad de civiles, con efectos frecuentemente indiscriminados, y que se encuentra almacenada en grandes cantidades en más de 70 países.
Las bombas de racimo contienen un dispositivo que, al abrirse, libera un gran número de pequeñas bombas. Estas «sub-municiones» causan diferentes daños, como la perforación de vehículos blindados con su carga explosiva, hieren o matan al mayor número de personas posible con sus fragmentos de metralla, o provocan incendios…