ASÍS, miércoles, 27 junio 2007 (ZENIT.org).- Ser obispos es un «inesperado y admirable desarrollo de la vocación franciscana a la que todos hemos sido llamados», reconocen cardenales y obispos de la Orden de los Frailes Menores (OFM) a sus hermanos franciscanos.
Lo hacen a través de una carta en la que comparten el encuentro –días de oración, reflexión y convivencia fraterna- que han celebrado en Asís, del 18 al 22 de junio, invitados por el ministro general de la Orden.
Se trata de un evento enmarcado en las múltiples iniciativas de la familia franciscana por el VIII Centenario de la conversión de San Francisco.
Así, señalando también el momento de la fundación de la Orden, escriben los obispos y cardenales OFM: «Con todos los Hermanos Menores, como Hermanos Menores (…), con vosotros queremos recorrer el camino que a todos nos lleve a reavivar la gracia de los orígenes».
A dos temas han prestado particular atención: a la dimensión eclesial del carisma franciscano y a la espiritualidad franciscana en el ministerio episcopal, ambos con la ayuda de las intervenciones, respectivamente, de Fr. Herman Schalück -ex Ministro General de la Orden- y del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla (España).
«En la Iglesia que Cristo adquirió con su sangre, los Hermanos Menores hemos nacido para Dios como hijos en su Hijo; en la Iglesia hemos recibido el Espíritu Santo de Dios; en la Iglesia resuena para nosotros, como para Francisco, la auténtica Palabra de Dios», sintetizan en su carta a sus hermanos de la Orden.
«En la Iglesia participamos en los misterios de nuestra redención -añaden-; en la Iglesia, por la acción del Espíritu Santo, nos hacemos de Cristo, nos dejamos transformar en Cristo, y, en Cristo, nos consagramos al Padre para amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todo nuestro ser».
«Unidos a vosotros en la vocación común, hacemos nuestra la vocación de Francisco al servicio de la Iglesia –dicen los cardenales y obispos OFM-: «Francisco, ve y repara mi casa que, como ves, está toda en ruinas»».
«Con vosotros queremos amar a la Iglesia y servirla -reafirman-; con vosotros, en la Iglesia, queremos hacernos de tal manera dóciles a la acción de Espíritu Santo que seamos una voz profética que mantenga viva en todos una «incurable inquietud» por las cosas que todavía deben suceder».
«Con vosotros compartimos la admiración contemplativa por Cristo pobre y crucificado; con vosotros y como Francisco nos identificamos con el Evangelio y lo abrazamos como forma de vida y hacemos de él nuestra Regla», prosiguen en la misiva.
«Con vosotros somos Hermanos y Menores», les explican; «el servicio de la caridad que prestamos, apacentando como obispos al Pueblo de Dios, es sólo un inesperado y admirable desarrollo de la vocación franciscana a la que todos hemos sido llamados».
«No nos dejéis solos», les piden.
Y es que los cardenales y obispos OFM necesitan de sus hermanos de la Orden que estén cerca de ellos, pues han de prestar «su servicio a la Iglesia» en las diócesis que les han sido confiadas para apacentarlas mediante un ministerio de caridad.
Y entre esas Iglesias «muchas son pobres, muchas están en las fronteras de la fe cristiana, con frecuencia, viviendo el Santo Evangelio en un ambiente hostil», se lee en la carta.