«Vi llorar a varios de los nuevos cardenales»

Por el padre Ángel García, fundador y presidente de la Asociación Mensajeros de la Paz

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MADRID, sábado, 20 octubre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el testimonio que ha escrito el padre Ángel García, presidente y fundador de la Asociación Mensajeros de la Paz, con motivo del anuncio de Benedicto XVI de crear nuevos purpurados con el título: «Vi llorar a varios de los nuevos cardenales».

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Me ha emocionado la noticia de los nuevos cardenales de la Iglesia católica que Benedicto XVI nombrará el próximo 24 de noviembre; es más, por alguno de ellos me he llevado una gran alegría. He tenido el honor de conocer a bastantes de ellos, y he de decir que con algunos he vivido momentos preciosos, en los que han demostrado su calidad humana y la profundidad de su fe.

Conocí a Estanislao Esteban Karlic, Arzobispo de Paraná, cuando la crisis argentina de hace unos años. Le vi llorar por el hambre de los niños, por las necesidades materiales de sus fieles… juntos montamos una red de comedores sociales en su diócesis y en otras zonas deprimidas del país. Él me defendió cuando tuvimos problemas con los políticos argentinos que querían utilizar electoralmente las donaciones de los españoles. Le recuerdo en el muelle del puerto de Buenos Aires, al pie del barco en el que Mensajeros de la Paz había enviado más de 300 toneladas de alimentos, medicamentos y leche para los niños que las autoridades argentinas no nos permitían descargar si no eran ellos quienes distribuían la ayuda. “Ángel, -me dijo Karlic, si hace falta nos encadenamos los dos aquí, ahora mismo”.

También he conocido las lágrimas de otro nuevo cardenal, Emmanuel III Delly, Patriarca de Babilonia. Con él vi las miserias de la guerra que desangra a su país, Iraq. Junto a él y a Monseñor Filloni, (entonces Nuncio en Iraq, y hoy “número tres” del Vaticano), recorrimos barrios con alambradas y coches ardiendo, llevando asistencia material y un poco de consuelo a familias necesitadas. Recuerdo especialmente un 23 de diciembre, tras el ataque a varias iglesias con explosivos.

Acompañé a Emmanuel III a ver el estado de una de ellas. Ante la entrada, sobre los trozos de madera hechos astillas y desperdigados por el suelo, que antes habían sido las puertas, el Patriarca se preguntaba en voz alta –“¿Qué vamos a hacer ahora?”. Yo le dije que pidiera ayuda a las Conferencias Episcopales de todo el mundo. “Ya lo hice, Padre Ángel, -me respondió-, y sólo he recibido telegramas de adhesión. Nada más”. Me dio mucha pena. Entonces le di el poco dinero que aún nos quedaba, pero que fue suficiente para que la iglesia no pasara sin puertas la Nochebuena. Otro día le oí responder a un periodista que le preguntaba por el sufrimiento de los cristianos en Iraq: “Musulmanes, hebreos, jainistas, cristianos… Todos somos iraquíes. Todos sufrimos”.

En febrero de este año, el Papa recibió en audiencia a un grupo de niños de Mensajeros de la Paz víctimas de la violencia, la esclavitud y el abandono procedentes de varios países. Al día siguiente, en la Cripta de San Pedro, frente a la tumba de Juan Pablo II, concelebré con otro de los nuevos cardenales, Monseñor Angelo Comastri, una de las Misas más emotivas de mi sacerdocio: éramos no más de una docena de Mensajeros, en su homilía nos habló de la Madre Teresa, de la pobreza y de las bienaventuranzas, y a los niños, les habló con el corazón, a los ojos, y en sus idiomas, de manera que una vez acabada la celebración ninguno de ellos quería separase él.

Emocionante también fue mi encuentro con el polaco Stanisław Ryłko, Presidente del Consejo Pontificio de los Laicos, de quien recibí personalmente su felicitación tras la designación en Nueva York de Mensajeros de la Paz como ONG con estatus consultivo especial ente el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

Diferente, pero indudablemente enriquecedora, ha sido mi relación con los nuevos cardenales españoles. Cuando más traté con Monseñor García Gasco fue en su época de Secretario de la Conferencia Episcopal Española. Eran los tiempos de la famosa campaña del preservativo, esa de “póntelo, pónselo”,-que me costó más de un disgusto- y asistí a un encuentro entre Don Agustín y políticos socialistas de entonces; él hizo alarde de una gran capacidad de escucha y respeto de los argumentos contrarios, pero a la vez de una firmeza imponente en la defensa de los suyos.

En la visita apostólica de Juan Pablo II a Cuba conocí a Don Luis Martínez Sistach. Recuerdo que bromeamos con él augurándole un seguro cardenalato. ¡Fallamos en el papado, pero al final, acertamos en la predicción!

En el nuevo consistorio hay tres españoles, y eso siempre es motivo de orgullo y satisfacción, aunque quizá lo que más me guste de todo es que 5 de ellos son mayores de 80 años. Yo entiendo que con ello el Papa, además de reconocer los méritos personales de servicio a la Iglesia y a los fieles durante toda una vida, quiere poner de manifiesto el valor, el conocimiento, la sabiduría, y la templanza con las que sólo los años son capaces de enriquecer a las personas.

Frente a una sociedad en la que lo único que “vende” es lo joven, en la que a veces se arrincona a los mayores, me alegra profundamente que la Iglesia eleve a la dignidad cardenalicia a 5 ancianos. Aunque me atrevo a decir que tal vez sería este el momento adecuado para derogar esa norma absurda por la que los cardenales mayores de 80 años no pueden elegir a los Papas. Los avances de las ciencias de la salud hacen que hoy personas muy mayores estén en gocen de una situación física y mental muy bueno, y suficente para afrontar perfectamente un cónclave. Y el ejemplo más gráfico y cercano es el Propio Benedicto XVI que ya cumplida esa edad, demuestra su energía diariamente.

A todos los nuevos cardenales les deseo bendiciones y larga vida y puesto a desear, desearía también que en el próximo consistorio se tuviese en cuenta, por su infatigable dedicación a la Iglesia y por la entrega a sus hijos, a dos obispos ya retirados: Don Pedro Casaldáliga y a Don Gabino Díaz-Merchán, “mi” arzobispo, tan querido y recordado por tantos asturianos.

Padre Ángel García
Presidente y Fundador
de la Asociación Mensajeros de la Paz

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ZENIT Staff

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