La Acción Católica --asociación de laicos que tienen su punto de agregación y referencia en la parroquia-- hunde sus raíces en 1867, en la Sociedad de la Juventud Católica Italiana, aprobada al año siguiente por Pío IX. Fue establecida con el nombre y configuración actual por el Papa Pío XI (1922-1939).

En Italia está presente en unas ocho mil parroquias, y cuenta con unos 180.000 adultos, 80.000 jóvenes y 150.000 adolescentes. Esta realidad eclesial, a través de su historia, ha dado a la Iglesia más de 60 santos y beatos.

Para favorecer el conocimiento recíproco entre las Asociaciones y Federaciones de Movimientos de Acción Católica (AC) de los distintos países surgió el Foro Internacional de la Acción Católica ( www.fiacifca.org).

En la celebración de su 140 cumpleaños, Castel San Pietro (Bolonia, Italia) ha acogido tres días de congreso nacional de la AC del 28 al 30 de septiembre.

Se trata de la ciudad natal de Giovanni Acquaderni, quien, junto a Mario Fani, constituyó en 1867 el primer núcleo de esta realidad, la mencionada Sociedad de la Juventud Católica.

En su homilía –el sábado pasado-- ante 1.500 responsables asociativos diocesanos y parroquiales de todo el país, el cardenal Carlo Caffarra –arzobispo de Bolonia— exhortó a no ceder jamás a «componendas» con la «mentalidad de este siglo» y a no retirarse «en una interioridad ilusoria».

Alertó a la cúpula de la AC de los puntos en los que el testimonio cristiano sufre más ataques: la verdad acerca de la persona humana, pensada cada vez más como un resultado fortuito de procesos naturales; la verdad acerca de la relación hombre-mujer en el matrimonio; la verdad sobre lo social, que cada vez se plantea más prescindiendo del bien común
<br>El presidente de la Conferencia Episcopal italiana, el arzobispo –de Génova-- Angelo Bagnasco, hizo llegar un mensaje a esta asamblea de la AC, invitando a los responsables a recordar que, en el primer estatuto de la asociación, se recogió el objetivo de «formar a todos los individuos que pertenezcan a ella en un espíritu franco y valiente en la profesión y práctica pública de su religión católica».

«Nueva linfa para la Asociación llegó –recuerda el prelado— del Concilio Vaticano II», que marcó «un paso de fundamental importancia para la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo».

En el marco de este congreso de sus presidencias diocesanas, la AC ha lanzado un «Manifiesto por el país» que representa un compromiso para los próximos años orientado a volver a proponer los valores de la asociación no sólo en el ámbito eclesial, sino también en la dimensión civil, redescubriendo el perfil público de la opción religiosa a partir del Evangelio y del testimonio personal.

«Estamos al servicio del hombre para honrar la dignidad personal con sus valores irrenunciables, empezando por la vida y la paz, por la familia y la educación; para caminar junto a todos y cada uno», dice el documento.

«Queremos gastarnos a favor del bien común a través de la educación en la responsabilidad personal, en el compromiso público, en el sentido de las instituciones, en la participación, en la democracia», sigue.

El documento subraya que el país «merece un futuro a la altura del propio patrimonio de fe cristiana, de cultura humanista y científica, de pasión civil y de solidaridad social».

Por ello, afirma igualmente: «Deseamos dar un paso adelante en este país, con el Evangelio y con la vida: hacia la gente, en señal de un "ethos" compartido, según un espíritu de auténtica laicidad».

En las próximas semanas, las más de 200 asociaciones diocesanas y las cerca de 3.500 asociaciones parroquiales celebrarán momentos de reflexión, en camino a la XIII Asamblea nacional programada en Roma del 1 al 4 de mayo de 2008. Será el momento de aprobación del documento programático de la AC para el trienio sucesivo y de la elección de los nuevos responsables nacionales.