VITORIA, domingo, 21 octubre 2007 (ZENIT.org–Veritas).- La Delegación de Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Vitoria en colaboración con la dirección del Centro Penitenciario de Nanclares han organizado la sexta edición del Camino de Santiago con internos de esta prisión, que se está desarrollando entre el 15 y el 20 de octubre entre las localidades de Lorca y Santo Domingo de la Calzada, y en la que participan, entre internos y personal de apoyo 21 personas.
Mientras realizan el Camino, Veritas ha conversado con Txarly Martínez, el capellán del centro, Rafa, enfermero de la prisión, y Luis, uno de los internos.
Martínez, sacerdote diocesano, capellán del Centro Penitenciario de Nanclares –promotor de esta iniciativa que se lleva a cabo desde hace seis años y que han tomado como modelo otros centros penitenciarios– afirmó que aunque «el Camino siempre es distinto», la experiencia de este año «está resultando muy bien».
El capellán comentó que «el objetivo principal es dar pasos hacia la reinserción», es decir, «a los internos se les va concediendo una serie de permisos, se les otorga una serie de beneficios para valorar su comportamiento, de cara a obtener un tercer grado y poder salir a la calle».
La acogida de esta salida de los presos por parte de las Instituciones Penitenciarias ha cambiado «desde la primera edición en la que hubo sus lógicas reticencias hasta esta sexta edición». Como explicó Martínez, «la cárcel ahora nos da todas las facilidades del mundo, colaboran con el personal, económicamente, creo que incluso desde Madrid ya se ve este proyecto con mucha confianza y todo está resultando muy bien».
El capellán comentó también cómo vive el grupo el componente religioso del Camino de Santiago, teniendo en cuenta «que la gente que aquí nos juntamos somos de varias religiones, y de sensibilidades muy diversas, pero ello no quita para que hagamos algunos gestos, signos encaminados a la reflexión que cada cual orienta después desde su particular forma de vivir la fe».
«A nadie se le excluye de hacer el Camino por pertenecer a una religión distinta. Lo que solemos hacer es por la mañana nos juntamos antes de salir, tratamos un poco de ver qué es eso de ser peregrino ayudándonos de unos textos, también solemos leer una especie de cuento en el que se plantean una serie de valores, y a partir de ahí a caminar. Luego cada cual le dará más o menos vueltas a lo que ha escuchado», añadió.
Además, «el tema cultural también está muy presente porque a lo largo del Camino se visitan muchos monumentos e iglesias y s e les proporciona una explicación artística e histórica sobre todo lo que vamos viendo».
Respecto a la relación con otros peregrinos, el capellán dijo que durante el Camino «te encuentras con todo tipo de peregrinos desde el que no se despega de ti y te acompaña en el camino porque se siente interesado, atraído, impresionado por las características del grupo hasta uno, y digo uno porque solo hemos tenido un solo caso de un peregrino que desapareció en cuanto supo que éramos de la Cárcel de Nanclares».
Por su parte, a Luis, natural de Guinea Bisau, encarcelado por varios delitos contra la salud pública, le queda por cumplir menos de la mitad de la pena, aunque podría verse reducida a través del sistema penitenciario. Cuando recupere la libertad piensa hacer completo el Camino de Santiago y peregrinar al Santuario de Fátima.
Luis describió cómo se siente después de varios días de Camino diciendo que «super bien se queda corto». Para él, lo más importante está siendo «conocer los pueblos, las iglesias, su historia…». El recluso confesó que «yo también soy católico aunque ahora no practicante debido a los errores que cometí para entrar en la cárcel, no obstante tengo el deseo de regresar a ser practicante cuando salga de la cárcel».
«Como decía el conocer las iglesias y su historia y la convivencia con la gente, son además una lección de Historia que no tiene nada que ver con lo que yo conocía de Guinea Bisau. Había oído hablar del Camino de Santiago pero estar aquí es otra cosa», puntualizó.
Luis marca las diferencias entre la convivencia en prisión –que «está muchas veces salpicada de ciertos episodios de violencia verbal, nunca física, entre los nativos de acá y los extranjeros, o los blancos y los negros» no tanto por cuestiones racistas cuanto culturales– y lo que ha notado estos días: «yo no he notado rechazo alguno por parte de la gente, el primer día un grupo de personas que nos reconocieron por haber salido en la televisión y nos saludaron muy amablemente».
Finalmente, Rafa, enfermero de la prisión, participa en esta actividad desde la primera edición, igual que el capellán. Según él, «año tras año la experiencia nos ha servido para ir mejorando en todos los sentidos, tanto en infraestructura, como a la hora de ir perfilando las etapas, en la selección de la gente, etc.»
Para el enfermero, el Camino de Santiago es una terapia para los internos, tanto «a nivel físico» como «a nivel mental».
«Es cierto que para el tercer día alguna secuela de ampollas o molestias por el caminar se producen, pero nada que no sea normal. Los mayores beneficios se notan a nivel mental porque además el Camino de Santiago es diferente a otro tipo de salidas que se puedan programar con los internos, el Camino en sí tiene una magia especial y eso se nota cuando lo estás haciendo», comentó.
Para Rafa, la labor de Pastoral Penitenciaria –y la de las ONGs– «con el simple hecho de entrar en la prisión y estar con los internos, hacer actividades con ellos, y sobre todo sacarlos es una labor muy positiva».
Respecto al trabajo concreto de Martínez destacó que «cada dos o tres semanas está haciendo campo de trabajo, sacando a seis u ocho personas cada vez y todas estas actividades están reflejando avances en la gente cuando luego sale en libertad».
«Estas actividades lo que buscan al final es ir trabajando para que los presos se vayan adaptando paulatinamente a la vida en la calle. Hay gente que lleva muchos años en prisión y no saben realmente como es la calle, en cuestiones como el tráfico u otros detalles que a los demás nos pueden parecer muy evidentes para muchos de ellos no lo son», subraya.
Finalmente, este enfermero de prisión dijo que la gente de la calle no «tiene ni idea» de cómo es el mundo de la prisión «y prueba de ello la hemos tenido a veces en estas salidas del Camino de Santiago».
«Hay personas que creen que los presos van esposados o que quienes les acompañamos vamos con pistolas. En esta experiencia del Camino, por ejemplo, la única vigilancia que existe es la plena confianza en ellos y en los seis años que llevamos no hemos tenido ningún problema», concluyó.