CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 29 octubre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido que el nuevo ordenamiento constitucional de Ecuador contemple la libertad religiosa.
Fue el llamamiento que lanzó este sábado al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de ese país ante la Santa Sede, Fausto Cordovez Chiriboga, casado con once hijos, quien de 2005 a 2007 era ministro de Energía.
A mediados de noviembre se reunirán 130 asambleístas en la localidad costera de Montecristi para redactar la vigésima Carta Política de Ecuador en un plazo no mayor a seis meses.
«La Iglesia católica, mediante su propio ministerio pastoral, y que en virtud de su misión y su naturaleza, no está ligada a ninguna forma de cultura humana o sistema político, económico o social, realiza una importante aportación al bien común del país», constató el Papa en su discurso publicado en español
«De ahí se ve la necesidad de promover y afianzar el ámbito de libertad que le han reconocido los textos constitucionales y legales del Ecuador», afirmó.
Por eso pidió que «el nuevo ordenamiento constitucional contemple las más amplias garantías para la libertad religiosa de los ecuatorianos, de modo que la Nación pueda contar con un marco legal, conforme también al contexto y a los acuerdos internacionales».
«La libertad de acción de la Iglesia, además de ser un derecho inalienable, es condición primordial para llevar a cabo su misión entre el pueblo, incluso en circunstancias difíciles», recordó el Papa.
Por eso, según el Santo Padre, «lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que reconozca y apoye generosamente, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales».
El obispo de Roma recordó que «el Gobierno ecuatoriano ha manifestado su decidida voluntad de atender con prioridad a los más necesitados, inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia».
«Es de desear, pues, que los ciudadanos puedan disfrutar de todos los derechos, junto con sus correspondientes obligaciones, obteniendo mejores condiciones de vida y un acceso más fácil a una vivienda digna y al trabajo, a la educación y a la salud, en el pleno respeto de la vida desde su concepción hasta su término natural», reconoció.
Benedicto XVI confesó que piensa en particular «en los numerosos ecuatorianos que emigran a otros países en condiciones difíciles, buscando un futuro mejor para sí mismos y sus familias».
Para ellos pidió solidaridad, pues «no hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor».