Ser buen cristiano es ser buen ciudadano (y pagar impuestos…), aclara el Papa

Al presentar la figura de san Máximo, obispo de Turín

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 31 octubre 2007 (ZENIT.org).- Para Benedicto XVI la fe cristiana, no aleja de las tareas temporales; por el contrario, refuerza el compromiso cívico, que implica, entre otras cosas, el pago de los impuestos.

Lo explicó este miércoles a los más de 30 mil peregrinos que participaron en la audiencia general a quienes presentó bajo una tremenda lluvia la figura de san Máximo, quien fue obispo de Turín entre finales del siglo IV e inicios del V.

En momentos en los que tenía lugar el derrumbe de la civilización clásica, explicó el Papa, «Máximo no sólo se dedica a alentar en los fieles al amor tradicional hacia la patria ciudadana, sino que proclama también el preciso deber de afrontar los gastos fiscales, por más pesados y desagradables que parezcan».

«Es evidente que el contexto histórico, cultural y social hoy es profundamente diferente», reconoció el Papa.

«En todo caso –añadió–, independientemente del cambio de circunstancias, siguen siendo válidas las obligaciones del creyente ante su ciudad y su patria. La íntima relación entre el “ciudadano honesto” y el “buen cristiano” sigue totalmente vigente», afirmó.

Con su enseñanza, el obispo de Roma quiso recalcar la doctrina del Concilio Vaticano II en la constitución pastoral «Gaudium et spes» que presenta como «uno de los aspectos más importantes de la unidad de vida del cristiano» «la coherencia entre la fe y el comportamiento, entre Evangelio y cultura».

«Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente –alertaba el Concilio–, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia fe les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno».

El Papa concluyó expresando el deseo de «cada vez más fieles quieran ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos».

De este modo, aclaró, no sólo «se coopera con la gloria de Dios» sino también «con el bien de la humanidad».

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ZENIT Staff

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