CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 26 octubre 2007 (ZENIT.org).- Dirigiéndose a profesores y estudiantes de las universidades pontificias y eclesiásticas de Roma, Benedicto XVI ha expresado la necesidad de que la cultura del hombre contemporáneo “esté permeada por el Evangelio”.

En el discurso que pronunció en la tarde del jueves, al final de la concelebración eucarística que presidió el prefecto de la Congregación vaticana para la Educación Católica --el cardenal Zenon Grocholewski— por la inauguración del Año Académico, el Papa invitó además a los estudiantes a extraer de sus años romanos “un enriquecimiento espiritual y pastoral”.

Juan Pablo II, en la constitución apostólica “Sapientia Christiana” subrayaba, en 1979, que el fin de las universidades pontificias y eclesiásticas, es, entre otros, “cultivar y promover, mediante la investigación científica, las propias disciplinas y sobre todo profundizar en el conocimiento de la revelación cristiana y de lo que está ligado a ella”, atender a las verdades ahí contenidas y “considerar a su luz los nuevos problemas que surgen y presentarlos a los hombres del propio tiempo en el modo adecuado a las diversas culturas”.

“Un compromiso, éste, más urgente que nunca en nuestra época postmoderna, donde se advierte la necesidad de una nueva evangelización, que necesita maestros de la fe y heraldos del Evangelio”, subrayó Benedicto XVI.

“La misión evangelizadora propia de la Iglesia exige, en nuestro tiempo, no sólo que se propague por todas partes el mensaje evangélico –explicó el Papa--, sino que penetre en profundidad en los modos de pensar, en los criterios de juicio y en los comportamientos de la gente”.

“En una palabra, es necesario que toda la cultura del hombre contemporáneo esté permeada por el Evangelio”, observó.

El Papa recordó a los profesores y estudiantes de las universidades pontificias y eclesiásticas la “singular experiencia de comunión y de fraternidad” que pueden realizar en los años de su permanencia en Roma, “experiencia que, para ser fructífera, necesita de la aportación de todos y cada uno”.

La posibilidad de estudiar en Roma, “sede del sucesor de Pedro y por tanto del ministerio petrino”, ciudad “en verdad única”, rica en memoria histórica, obras maestras de arte y cultura y, sobre todo, “llena de elocuentes testimonios cristianos”, “os ayuda a reforzar el sentido de pertenencia a la Iglesia y el empeño de fidelidad al Magisterio universal del Papa”, añadió.

Y “la presencia en las instituciones académicas y en los colegios y seminarios de profesores y alumnos provenientes de cada continente, os ofrece una ulterior oportunidad de conoceros y de experimentar la belleza de formar parte de la única, gran familia de Dios”, confirmó.

En cualquier caso, es necesario acompañar al estudio de las ciencias humanas y teológicas de “un progresivo conocimiento, íntimo y profundo de Cristo”, unir “un sincero anhelo de santidad”, recalcó el Santo Padre.