ROMA, domingo, 6 enero 2008 (ZENIT.org).- «Sentir la tierra como "casa común"» sintetiza la invitación de Benedicto a la toma de conciencia y a la responsabilidad por nuestro planeta, como subraya en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, reflexiona el padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El tema vuelve frecuentemente a las palabras del Papa «en sintonía con el aumento de las preocupaciones ambientales de la humanidad», constata el sacerdote en su breve editorial de «Octava Dies» --semanario de información del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director--.

«Hasta hace algún tiempo, la cuestión ambiental podía parecer una preocupación de los ricos, más que de los pobres; de los países desarrollados» --apunta--, para los que el avance económico representa una «prioridad absoluta», de forma que «regular y limitar este desarrollo se presentaba como un lujo, un modo de mantener a los débiles en su sumisión».

Pero «los frecuentes desastres debidos a los desequilibrios ambientales golpean con mayor dureza a quienes tienen menos medios para defenderse, y crece la conciencia de un empobrecimiento irreparable de los recursos de los países más débiles», admite.

De ahí que el Santo Padre escriba que «hoy la humanidad teme por el futuro equilibrio ecológico», cita el padre Lombardi.

«A esta constatación --prosigue-- el Papa vincula un fuerte llamamiento moral a la solidaridad, sobre la base del reconocimiento de un destino universal de los bienes de la Creación, que afecta también a los pobres y a las generaciones futuras».

Benedicto XVI «invita al diálogo, al estudio científico serio de los problemas sin "apremios ideológicos", a la prudencia en la búsqueda de "modelos de desarrollo sostenible" y -con gran concreción- propone intensificar el diálogo entre las Naciones sobre la "cuestión de los recursos energéticos del planeta"», subraya en su editorial el portavoz de la Santa Sede.

«Una vez más -añade el padre Lombardi--: sabernos creados por Dios nos hace responsables ante Él y los demás, pero es también con el esfuerzo de la razón y del diálogo como debemos hallar los caminos practicables para el futuro de la familia humana es esta casa común nuestra».

«Se necesita una alianza entre fe y razón», concluye.

Por Marta Lago